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SOLLOÍNA

Pancho Villa, según José María García

3. Jose Maria ¿porqué dejaste la radio?

Porque me equivoqué y uno debe de ser responsable de sus actos. Yo en la Cope estaba feliz y era libre, pero entendía que estábamos muy solos. Realmente era el imperio del monopolio, la casa Prisa, contra el ejército de Pancho Villa. El Mundo, la Cope, Antena 3, ABC, etc., cada uno iban a su bola y hubo un día definitivo en mi decisión. Yo era miembro del Consejo de Administración de la Cope, en ese Consejo estaba también como representante del 5% del diario ABC Don Nemesio Fernández Cuesta. Entonces, en un momento determinado, delante de todo el Consejo, yo le dije a Nemesio que aunque el ABC a mí me estaba tratando muy bien, por qué no tenía ese trato con nuestros dos comunicadores importantes, Luis Herrero, que hacía El Programa de la mañana, y Federico Jimémez Losantos, que hacía el programa de la noche. Nemesio, con una sinceridad que le agradezco, se levantó y dijo que yo era muy generoso en la apreciación, porque él personalmente había prohibido al ABC ocuparse de estos programas, toda vez que el rival del ABC no era el diario El País, sino El Mundo, y que Federico y Luis habían tomado partido por Pedro J. Ramírez, que era comentarista de ambos programas. Entonces yo me levanté y le dije a todo el Consejo "¿comprenden ustedes como cuando yo les decía que estábamos luchando contra un imperio con armamento sofisticado y nosotros tenemos un tirachinas era real?". Y ese es el día que decidí que había que hacer o intentar hacer algo para que Polanco y sus gentes no pusieran o quitaran presidente a su conveniencia. Convencí a Juan Villalonga, que entonces era presidente de Telefónica, fue cesado antes de que yo firmara por Telefónica, firmé con César Alierta, pero desgraciadamente en lo que yo pensé que podía ser una multimedia de lucha y de valor, se convirtió en una casa de enchufados políticos y recomendados. La inmensa mayoría ineficaces y más de uno experto en el arte de los egipcios. Como el equivocado había sido yo, cinco meses antes de concluir mi contrato fui a ver a César Alierta, del que he sido, soy y seré amigo, y le dije que me marchaba. Luchó por que me quedara, pero mi decisión era irrevocable y me fui. Y creo que tengo la satisfacción de ser una de las pocas personas que ha salido de Telefónica sin una sola peseta de indemnización e incluso renunciando a un hermoso regalo que me quisieron hacer y que rechacé.

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