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SOLLOÍNA

Estuvimos allí

Estuvimos allí

A veces el pasado regresa con media sonrisa.

Pero no. Yo no fui editorialista de Liberación como dice el enlace anterior. En aquellos meses recién había terminado Periodismo y trabajaba en la revista Noticias Obreras, de la Hermandad Obrera de Acción Católica, adonde me llevó unos años antes Agustina Ureña Heras, compañera de tantas vicisitudes en aquel Madrid luminoso de la movida y ensombrecido de pensiones. "Cuando era feliz e indocumentado". 

Hasta la sede del periódico fuimos los dos un buen día, cuando aún trajinaban con los números cero, con varios recortes, un puñado de notas y un contagioso compromiso con cualquier causa perdida. Nos acogieron con el mismo entusiasmo y nos dedicamos a trastear temas sociales y, sobre todo -pardiez, la vida-, religiosos. (A la izquierda revoltosa siempre le ha fascinado el poder eclesiástico). Y mi madre enmarcó la página de la foto en que el progre obispo Echarren me echaba la mano al hombro mientras yo sujetaba la grabadora. Sigue ahora en este escritorio. 

Liberación era nuestra casa, allí dimos los primeros pasos profesionales, allí creíamos construir la alternativa de una izquierda imposible al posibilismo de la socialdemocracia del PSOE y a los ya preclaros intereses mercantiles de su altavoz, El País. Luego vino el cierre, el conflicto laboral, el finiquito (¡nuestro primer sueldo oficial!) y a buscarse la vida por otros derroteros. Como (casi) todo en aquellos años, fue bonito mientras duró.

El País escribió la necrológica, en su mejor estilo de guiño izquierdista y zanahoria liberal:

"EL CIERRE del periódico Liberación, de Madrid, tras cinco meses escasos de su aparición, supone una nueva señal de alarma sobre la precariedad del pluralismo infórmativo de este país y sobre las dificultades de todo género que la Prensa escrita tiene que afrontar en la sociedad actual. Es obvio que Liberación salió a la calle con muy pocos medios económicos, con una estructura empresarial de escasa eficacia a la hora de editar un diario y en medio de un desconcierto general de la izquierda política e intelectual de este país, a la que pretendía dirigirse. Y es obvio también que su pretension de ser un diario alternativo desde el principio le cegaba determinados mercados y le condicionaba algunos contenidos.

(...)

Porque no basta, aunque sea indispensable, la pluralidad de la iniciativa ni el depósito de ésta en sectores no controlados por el poder político para garantizar los derechos constitucionales de la libertad de expresión. La comunicación es un hecho complejo que no admite recetas simples. Y quizá esta sea la lección principal que el caso de Liberación ofrece a nuestra sociedad. La de que no es suficiente imaginar una realidad distinta para transformar la que tenemos. Aunque estas consideraciones no sirvan para empañar el desánimo que suscita la desaparición de un periódico -y de un periódico de sus características- en la España democrática".

1 comentario

Anónimo -

EL DE LA FOTO DE PORTADA ¿ERES TÚ DE NIÑO PASOLINIANO?