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SOLLOÍNA

Víctimas y verdugos

"Hace cuatro años, cuando la policía francesa detuvo a los entonces jefes de ETA, Mikel Antza y su esposa, el periodista tuvo la misma sensación que ayer frente a los ahora detenidos: los terroristas gozan de una tranquilidad -y de unos medios- que ya quisieran para sí sus víctimas. Antza vivía sin sobresaltos en un paraje bellísimo de Salies-de-Béarn, con su compañera y su hijo pequeño, disfrutando de un jardín frondoso y engordando patos para convertir en foie y magret. Los detenidos del martes vivían en un barrio bullicioso de una ciudad preciosa, llena de vida y de españoles, el lugar perfecto para no despertar sospechas. Por el contrario, Isaías Carrasco trabajaba en el peaje de una autopista y el guardia Piñuel optó por el País Vasco para mejorar su exiguo sueldo de guardia civil y sus posibilidades de volver al sur. De ahí que la eficaz campaña publicitaria del etarra que lanza vivas a ETA -el fiero grito del cobarde- deba ser contrarrestada con un pensamiento fugaz pero más real que todos esos gritos. La de dos niños -uno de cuatro años y otro de cinco, los hijos de Isaías y de Juan Manuel- yéndose a dormir en Mondragón y en Málaga, convencidos de que sus padres seguirán jugando con ellos, aunque ya sólo sea en sus sueños".

Pablo Ordaz, "El fiero grito del cobarde", El País

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