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SOLLOÍNA

La tentación de Onetti

La tentación de Onetti

Acabar los días recostado en la cama, fumando, bebiendo whisky, leyendo novelas policíacas. Y adiós.

Aunque al cabo de los años venga Vargas Llosa a enredarlo todo con un ensayo sobre su antítesis: "Tú tienes con la literatura relaciones matrimoniales. Yo, adúlteras", le dijo el uruguayo. Don Mario habla de modernidad, de boom, de magisterio. Cuando aquel es abismo e infierno, la putrefacción de la naturaleza humana. La Vida breve, El astillero, Juntacadáveres, Cuando ya no importe.

En el "Acerca de" de este blog expuse la posibilidad, desechada, de renombrarlo como La vida breve, "homenaje a Onetti, tributo de juventud". De aquellos días arrastro (hasta la cama, como toda -a-ficción) este Decálogo más uno para escritores principiantes:

I.- No busquen ser originales. El ser distinto es inevitable cuando uno no se preocupa de serlo.

II.- No intenten deslumbrar al burgués. Ya no resulta. Éste sólo se asusta cuando le amenazan el bolsillo.

III.- No traten de complicar al lector, ni buscar ni reclamar su ayuda.

IV.- No escriban jamás pensando en la crítica, en los amigos o parientes, en la dulce novia o esposa.
Ni siquiera en el lector hipotético.

V.- No sacrifiquen la sinceridad literaria a nada. Ni a la política ni al triunfo. Escriban siempre
para ese otro, silencioso e implacable, que llevamos dentro y no es posible engañar.

VI.- No sigan modas, abjuren del maestro sagrado antes del tercer canto del gallo.

VII.- No se limiten a leer los libros ya consagrados. Proust y Joyce fueron despreciados cuando
asomaron la nariz, hoy son genios.

VIII.- No olviden la frase, justamente famosa: dos más dos son cuatro; pero ¿y si fueran cinco?

IX.- No desdeñen temas con extraña narrativa, cualquiera sea su origen. Roben si es necesario.

X.- Mientan siempre.

XI.- No olviden que Hemingway escribió: “Incluso di lecturas de los trozos ya listos de mi novela,
que viene a ser lo más bajo en que un escritor puede caer.”

[He buscado sin fortuna la foto -juro haberla visto- en que Onetti aparece tumbado en la cama, posición que mantuvo prácticamente en los últimos cinco años de su vida. La imagen que reproduzco -bajada de internet, lamento no tener el nombre de su autor- también refleja ese desapego hacia un mundo al que ya no pertenecía, al que quizá nunca perteneció, al que nunca queremos pertenecer del todo. Hasta que la ficción se acaba. Y adiós].

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