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SOLLOÍNA

Remember

Maldita paradoja premonitoria. Leer "Lo que me queda por vivir", de Elvira Lindo, en una habitación de hospital, al ritmo insobornable de la gota de suero que cae para mantener la vida mientras recuerdo que yo estuve en aquel Madrid de 1980; que también tenía "una pequeña Olivetti" para construir los sueños; que, en efecto, "nunca y siempre" parecían tatuadas hasta disolverse en el paladar; que todavía te dices: "Ah, las personas siempre tan fieles a los que esperamos de ellas"; que, al fin, vas olvidando "la otra vida posible a la que renunciamos siempre que tomamos un camino".

(Y aún no he llegado a la mitad del libro; la vida es más corta).

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