El azote de la SGAE
Un abogado sevillano, Joaquín Moeckel, es la pesadilla de la Sociedad General de Autores y Editores. Ya ha ganado tres pleitos contra los afanes recaudatorios de esta entidad. En el último, la Audiencia de Sevilla ha desestimado la demanda de la SGAE contra el complejo hotelero Hacienda Benazuza, al que pretendía cobrar por la música de las bodas. La prueba era una crónica periódística del enlace matrimonial del que fuera consejero andalucista del Gobierno regional, Antonio Ortega, en la que se contaba que había sonado el bolero Si tu me dices ven. Los jueces han respondido que el denunciante debe acreditar la interpretación de obras musicales y protegidas y dejarse de recortes de prensa. Moeckel ya ganó a la SGAE el caso del bar Aviador, de Triana, por no poder demostrar que la música del local era de sus socios, y el de la Hacienda Benazuza en primera instancia.
El letrado Moeckel volverá a verse con otra reclamación de la SGAE el próximo día 30. La demandada en este caso es la empresa La Doma Catering. El juez tendrá que decidir si da validez a la prueba de cargo: un video grabado durante una boda, al parecer por detectives privados, sin autorización de los contrayentes ni de los propietarios del local, lo que el sagaz abogado califica de "tropelía". Los representantes de los autores pretenden cobrar a los salones de banquetes 100 euros en celebraciones de hasta 75 comensales y, a partir de ahí, otros 0,37 céntimos por persona.
Pero la Sociedad de Autores no deja de hacer caja. Vía Escolar leo: "SGAE hace pagar 518 euros a un grupo teatral de discapacitados psíquicos por representar obras con ’copyright’. Los responsables del taller cultural argumentaron que las actuaciones son benéficas, sin ánimo de lucro, y que ni siquiera se cobra entrada. Se trata de un festival anual que lleva un cuarto de siglo en funcionamiento. No sirvieron de nada sus explicaciones. La SGAE amenazó con juicio y el grupo teatral ha tenido que pagar". Hay que llamar a Moeckel. Con urgencia.
(Foto ABC)
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LOLA RODRÍGUEZ
SEVILLA
Un bufete de abogados con 300 demandas civiles en el juzgado de lo Mercantil, tiene que pagar a la Sociedad General de Autores 0,28 euros por cada juicio que graba, como compensación por el derecho a la copia privada aunque se trate de la grabación de un acto público. Dicho así suena a broma de mal gusto. Pero que se lo digan a Joaquín Moeckel: «haciendo un cálculo rápido, estamos pagando 130 euros a la SGAE por la grabación de un acto público».
Desde su entrada en vigor a principios del 2008, la nueva Ley de Protección Intelectual recoge en su artículo 25, el abono del polémico canon digital. Una tasa que, en el caso del CD, grava su precio casi en un 50 por ciento.
El abogado sevillano Joaquín Moeckel ha presentado una demanda ante el juzgado de lo Mercantil número 1 para que reconozcan su derecho a no pagar un canon que, en su caso, considera «injusto», ya que no emplea los discos para realizar copias de registros privados sino para dejar constancia de actos públicos, en concreto juicios civiles. Se trata sólo de una reclamación de 2,8 euros cobrados por ley por el comercio en el que adquirió un paquete de 10 CD pero el asunto es mucho más trascendente. Moeckel va más allá y augura que no deben pagar este gravamen los hospitales públicos que usan los soportes digitales para grabar operaciones o cualquier otro tipo de profesionales que tengan que realizar grabaciones públicas».
La demanda de Moeckel cuenta con precedentes en Madrid, Canarias y en la Audiencia Provincial de Málaga. En el caso insular, la sentencia obligó a un comercio a devolver 0,88 céntimos de euro por la compra de cuatro Cds por parte de un abogado. En Sevilla, Moeckel quiere que el juez reconozca que el canon auspiciado por la SGAE para contrarrestar los ingresos que deja de percibir por las copias privadas de trabajos musicales y películas, no es aplicable a su caso, ya que su bufete emplea los discos compactos para grabar los juicios civiles, de carácter público. «Imponen el canon por copia privada para todo el que compra un cd sin saber para qué los va a utilizar cada uno». El letrado insta «a todos los profesionales del Derecho de España a que pidan su factura desglosada con el importe del canon y que denuncien» al mismo tiempo que se pregunta «por qué la SGAE no impone un canon a los folios, ¿no les importa que copie a mano una canción o una novela?. Le están poniendo un canon al progreso, y pronto, además de los CDs, también habrá que pagar por los discos duros, las impresoras, los equipos telemáticos...».
Moeckel demuestra que su actividad no contraviene la Ley de Protección Intelectual «por eso demando a la empresa que me ha vendido el material con el objetivo de que me devuelvan el dinero». El abogado muestra una factura por la compra de diez cd, en la que al precio de cada unidad, 0,45 céntimos de euro, se añaden 0,28 de canon. El precio sin canon es de 4,50 euros y el canon supone un incremento de 2,80 euros. Con lo que el importe final, una vez añadido 1,17 euros del IVA, asciende a 8,47 euros. «Podrían acusarme de contribuir al colapso del juzgado de lo Mercantil por unos céntimos de euro, pero en verdad son los de la SGAE los que perjudican obligando a pagar el canon a quien no tiene por qué hacerlo. Es injusto que me cobren el canon digital porque yo no voy a copiar nada». Por tanto, «es necesario crear la conciencia general de que no podemos presumir de culpabilidad, ni de cual será el destino de las cosas, porque en España la presunción es de inocencia».
Carlos Menéndez
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