Un Rojo en ABC
Leído así, el titular, suena a oxímoron. Pero no es para tanto. Sólo que no es El Pa(radigma) el único diario que sufre agudas y periódicas crisis de credibilidad -la última a propósito del crítico silenciado-. También El Mun(dial) pierde referencias por los celos de Pedro José. Tras 16 años de relación, uno de los fundadores del periódico, el periodista Alfonso Rojo, lo deja y se incorpora al diario conservador de pequeño formato a partir del lunes. (El anuncio de ABC)
La disputa surge por el afán de Ramírez de controlar las colaboraciones radiofónicas de Rojo, el más antiguo contertulio de Luis del Olmo, que ahora también interviene en RNE. El propio director de El Mundo ya triunfa en la COPE, con Jiménez Losantos, columnista a su vez del periódico, y es asiduo del programa "59 segundos", el debate de TVE tan querido a Moratinos. Otros redactores del diario aparecen en éstos y otros medios. Con todo, Rojo es conminado, a través de dos burofax, a someterse al reglamento interno que obliga a la plantilla a solicitar permiso a la empresa para participar en tertulias de radio y televisión. El veterano corresponsal de guerra se atrinchera y apela al derecho adquirido, la ausencia de una cláusula de exclusividad en su contrato y la falta de competencia directa con «El Mundo» de los medios en los que colabora. La empresa, es decir, Pedro José, lo considera una «falta de indisciplina de la máxima gravedad». El acuerdo económico final evita el despido y la consiguiente demanda del periodista. Rojo envió luego una carta al director de «El Mundo» con el deseo de que se publicara, pero Ramírez no lo ha estimado oportuno. Allí se ventila esas pequeñas miserias que se acumulan en las mesas, sean de camilla o de trabajo; o peor, de ambas. (La carta en Periodistas 21)
Eso sí, le ha respondido, una misiva privada en la que rechaza que haya vulnerado ningún derecho. Tampoco Víctor de la Serna, especialista en medios de comunicación de la casa y que tanto celo viene poniendo en denunciar las querencias de su competidor socialdemócrata, ha considerado que la marcha -¿o echada?- del hasta hace poco compañero de pupitre se mereciera media columna. ¿Quizá porque hay quien relaciona este caso con el relevo de la vieja guardia fundadora por nuevos ejecutivos crecidos a la sombra del director de los tirantes que pilota el propio Pedro José? ¿Tal vez porque siempre es incómodo -¿inconveniente?- hablar de "lo(s) nuestro(s)"? Al fin nos quedan blogs y confidenciales para ventilar la lencería no siempre fina de los medios. Claro que -y al margen- por medio millón de euros ¿dónde está la salida, señorita?
La disputa surge por el afán de Ramírez de controlar las colaboraciones radiofónicas de Rojo, el más antiguo contertulio de Luis del Olmo, que ahora también interviene en RNE. El propio director de El Mundo ya triunfa en la COPE, con Jiménez Losantos, columnista a su vez del periódico, y es asiduo del programa "59 segundos", el debate de TVE tan querido a Moratinos. Otros redactores del diario aparecen en éstos y otros medios. Con todo, Rojo es conminado, a través de dos burofax, a someterse al reglamento interno que obliga a la plantilla a solicitar permiso a la empresa para participar en tertulias de radio y televisión. El veterano corresponsal de guerra se atrinchera y apela al derecho adquirido, la ausencia de una cláusula de exclusividad en su contrato y la falta de competencia directa con «El Mundo» de los medios en los que colabora. La empresa, es decir, Pedro José, lo considera una «falta de indisciplina de la máxima gravedad». El acuerdo económico final evita el despido y la consiguiente demanda del periodista. Rojo envió luego una carta al director de «El Mundo» con el deseo de que se publicara, pero Ramírez no lo ha estimado oportuno. Allí se ventila esas pequeñas miserias que se acumulan en las mesas, sean de camilla o de trabajo; o peor, de ambas. (La carta en Periodistas 21)
Eso sí, le ha respondido, una misiva privada en la que rechaza que haya vulnerado ningún derecho. Tampoco Víctor de la Serna, especialista en medios de comunicación de la casa y que tanto celo viene poniendo en denunciar las querencias de su competidor socialdemócrata, ha considerado que la marcha -¿o echada?- del hasta hace poco compañero de pupitre se mereciera media columna. ¿Quizá porque hay quien relaciona este caso con el relevo de la vieja guardia fundadora por nuevos ejecutivos crecidos a la sombra del director de los tirantes que pilota el propio Pedro José? ¿Tal vez porque siempre es incómodo -¿inconveniente?- hablar de "lo(s) nuestro(s)"? Al fin nos quedan blogs y confidenciales para ventilar la lencería no siempre fina de los medios. Claro que -y al margen- por medio millón de euros ¿dónde está la salida, señorita?
1 comentario
herejemías -
O sea, ¿al suelo que vienen los nuestros? o hagamos como si fuéramos caballeros de Rohan frente a Minas Tirith:
nada de miedo a los orcos y trolls que han colmado el sacramento laico y secular del periodismo.
¡Coraje, da!