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SOLLOÍNA

Ellos, otra vez

ETA, que regresa con su desalmado desatino para destruir la candidatura olímpica de Madrid 2012, para advertir de su voto siempre sangriento ante las elecciones vascas, para poner sobre la mesa el estruendo de la desgracia. El terror. Abrir o cerrar puertas de diálogo quizá imposible. Situarse en el espacio venidero a golpe de explosiones. Batasuna que trepa a zarpazos y mentiras y amenazas. La indecencia. Columnistas que lanzan el señuelo de una negociación sin verificar mientras los heridos se palpan la esperanza y exigen explicaciones. La desunión y tal vez una salida que de tan estrecha parece el fin del túnel: las armas, a la derecha; el juez, a la izquierda. Luego, más tarde quizá y según y cómo, las urnas, que han soportado la avinagrada miseria de tanto salteador hasta vislumbrar la vela que tiembla por la leve bocanada de aire fresco.

Hasta entonces, siga la policía tras los malhechores, que tendrán una cárcel como cobijo. Sin disfraz, una presunta terrorista de ETA ha sido detenida en Cádiz acusada de pertenecer al aparato de captación, junto a otros 13 arrestados en varias provincias de España. Lamentablemente no es cosa del Carnaval, sino de la larga mano que mece la cuna. Habrá que esposarla mientras no se avenga al compartido campo de la democracia.

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