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SOLLOÍNA

Menos, apenas nada, Europa

Primero Francia. Ahora Holanda. La esperanza de la Unión se desvanece.
"Un 76% de un 42%. Tanto de tan sólo. La democracia europea se merecía algo más que un bufido de alivio. O de lamento"... escribí aquí el 21 de febrero, un día después del referéndum español que ratificó la Constitución Europea. Entonces miramos con desdén a los portadores del No -vascos, catalanes, independentistas, ultras de todo pelaje-. Lamentamos que las comunidades más avanzadas -así pensábamos- hubieran dado la espalda al viejo sueño europeo. Liberté, egalité, fraternité.

... Hasta que una mayoría de franceses quiso resguardar sus intereses de la ventisca del Este y arrasó el tablero sin sopesar el drama de la memoria histórica.
Es fácil aprovechar el momento para cargar contra la apuesta de Zapatero. Pero esa opción -una Europa fuerte y sin sumisiones- sigue siendo válida para el futuro. Mucho más que hacer de apéndice de las hazañas bélicas o económicas de Estados Unidos.

De momento habrá que confiar en decisiones coherentes, pese a la ausencia de líderes coherentes y comprometidos con un proyecto que mire más allá de las urnas del propio país. En el mejor de los casos, vuelta a empezar. En el peor, regreso a los reinos de Taifas.

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