La realidad y el periodismo
Pedro Sorela novela sus 20 años como periodista en El sol como disfraz, donde relata los avatares de "La Crónica del Siglo", una hermosa, adecuada y necesaria reflexión sobre este quehacer del que nos enamoramos cada mañana y odiamos cada noche. Como ha escrito Carlos Primo, "en tiempos de twits y Huffingtons, El sol como disfraz de Pedro Sorela nos recuerda que una vez existió algo llamado periodismo". Es el libro que nos gusta leer y regalar a los plumillas. Ahora recuerdo que Sorela fue mi profesor de Redacción Periodística en tercero, en la Complutense, y el primero al que le oí explicar cómo se redacta eso que damos en llamar noticia. Luego, ¡albricias!, nos hacía practicar sin que temblaran los muros de la Facultad. Entonces, Sorela era un joven periodista que, creo recordar, hacía turno de noche en Europa Press y estaba a punto de fichar por El País, en cuya sección de Cultura ha trabajado muchos años.
Estos son algunos subrayados:
“[Los periodistas] Creen que son ellos los que persiguen el tiempo. Casi nunca notan que es el tiempo el que siempre les alcanza”, 41
“En los periódicos no podemos permitirnos la claridad que prometemos porque duele y nadie compra periódicos para que le duela. Por eso la disfrazamos”, 47
“Ningún periodista calla una noticia, a no ser que le pongan un esparadrapo en la boca, y de ahí la frecuente superstición entre ellos de que solo existe lo que cuentan. Y de ahí también que algunas noticias, muchas, la mayoría, finjan que están contando algo aunque no cuenten nada”, 101
“Uno de los enigmas del periodismo es que los periódicos salgan cada día sin rastro de tanta sangre y traición: solo reflejan las guerras de afuera y, en contra de lo que se cree, tampoco demasiado. Los periódicos lavan la realidad para hacerla tolerable”, 102
“Si se la mira con atención, como hacen no sin riesgos los periodistas, la realidad no hace otra cosa que corregir ensoñaciones. Quizá no sea otra su misión: hacer de lastre en el globo de los sueños, argumentar contra la fantasía", 117
“En esos tiempos ser periodista se había vuelto ya un privilegio. Los jóvenes en paro se apretaban en la puerta de los periódicos como jornaleros a la espera de que un capataz se fije en ellos. Los empresarios ya pagaban sueldos de estudiante e incluso admitirían becarios gratis. Y los sindicatos no se atrevían ni a asomarse a la ventana, no les fuesen a suprimir las dietas”, 183
“Un periódico es también un sistema de poder y éste consiste en elegir una versión de la realidad, entre una amplia oferta, y sobre todo adjudicarle una importancia y un color. Es un poder, por así decirlo, sagrado. Aquí lo poderosos son los dueños, no tanto de los sustantivos, que de eso se encargan los reporteros –llamados pitufos, plumillas, remeros o cargaladrillos, según- sino de los decisivos verbos y sobre todo de los adjetivos estratégicos”, 274
“Un periodista es alguien, además –un periodista de verdad, ésa es la prueba para distinguirlos de las imitaciones-, que necesita correr, correr contra el tiempo. Si no, se oxida. Y eso duele”, 330.
1 comentario
Manuel -
Saludos.
Manu
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