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SOLLOÍNA

Aquella juventud

Aquella juventud

Ese joven que se adivina en la foto, en el atril, es un servidor. Con 23 años, recién había terminado la carrera de Periodismo y, en este acto, recibía el 2º Premio Nacional en la VII Edición del Certamen de Poesía Searus por "Hacia el origen... de ti".

 

HUBO UN TIEMPO, LO SABES, EN QUE VIVIR ERA LIENZO

blanco, crecido en la cintura de la edad,
amamantado en el silencio de los pájaros,
en el ocaso y los murmullos de las tardes
inacabadas.
          Hubo un tiempo, no lo sabes,
en que volar era una trágica broma de feria,
la broma, una mueca,
la mueca, un espasmo,
el espasmo, un grito.
          Y una carcoma devorando los misterios
vírgenes de las aves; caballos
sin memoria galopan
guerreros
hacia la génesis del porvenir.
Hubo un tiempo, ¿lo sabes?, en que vivir era eso:
quizás entonces, ah entonces,
la ceremonia del amor fuese el gesto definitivo.
TRAS LA PARSIMONIOSA
mirada de los gatos,
dibujaste un silencio color ámbar,
la nuca del espacio acariciaste
sobre un potro de ausencia sin estrellas
por marismas de cuerpos al galope.
Pálidas manos aletean en las sombras
de la memoria: arco de luz que difumina
tu sonrisa de esfinge,
mientras despojo al sueño
cálido de tu vientre
de ancestrales temores.
Tras el tupido velo
de los ojos alados,
ovillaste el insomnio con tristeza,
los besos del adiós amamantaste
de palomas dormidas en los senos
para sentir la luna en el fondo de tus manos.
PROBABLEMENTE FUISTE
cobarde, asesino de las lluvias.
Volver los pasos. Casas derrumbadas.
Una locomotora de azufre en el rostro.
Baldíos campos. Pájaros baldíos
en frentes de ceniza. A la sombra
del tiempo, irreversiblemente mío,
despojos de palabras inconexas
en sótanos de herrumbre,
                    a la sombra
del pulso de la sangre, se amotinan.
La noche, vieja como el sueño, vuelve
con su penumbra de acidez muda.
Un gesto. Sólo un gesto en el alféizar
del duerme-vela: volver los pasos. Tú
probablemente fuiste
culpable, asesino de las lluvias.

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