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SOLLOÍNA

Chollito

Hooligan por ilustrar en las previas de un derbi

Hooligan por ilustrar en las previas de un derbi

“Cuando uno nace en Sevilla es de un equipo o del Sevilla”, Joaquín Caparrós, entrenador de fútbol, utrerano, sevillista.

(Lo que sigue iba a ser una mera cita y se ha convertido en esto. No hay polémica. Abstenerse seguidores del otro equipo de la ciudad).

¡Cómo no quererlos! ¡Cómo no apasionarse con los “Hoolingans Ilustrados”, la bendita colección de Libros del KO! En esta semana de derbi sevillano en la que me hierve la sangre roja regreso a ellos como el feligrés de aquel volumen de artículos futbolísticos de Manuel Vázquez Montalbán, “Una religión en busca de un dios”. Enric Gonzalez rememora en “Una cuestión de fe”, su íntima biografía de seguidor del Español, la derrota de su equipo contra el Sevilla en la final de Copa de la UEFA de 2007 celebrada en Glasgow, segunda final europea que perdían los periquitos tras 19 años y otra vez en los penaltis: “No digo que no duela, puede doler incluso más. La segunda vez, sin embargo, sabes que se sobrevive”. Ramón Lobo narra en “El autoestopista de Grozni y otras historias de fútbol y guerra” cómo el primer partido de su vida fue un Real Madrid-Sevilla en el Bernabeu: “Fue una revelación religiosa”, y se hizo para siempre iluminado madridista. Porque “uno cambia de nacionalidad, de creencias y sexo, pero jamás de equipo de fútbol. Un equipo es la huella dactilar emocional”.

Y aún, en ese arriesgado viaje de los Balcanes a África, de batalla en batalla hasta la derrota final: “El fútbol inicia conversaciones y las concluye, crea amistades súbitas y las rompe, agiliza trámites y  los empatana. El fútbol acerca culturas, borra fronteras y difumina clases sociales; permite penetrar en el alma de las personas sobre las que el reportero va a escribir. Saber de fútbol no es de derechas ni de izquierdas,  embrutecedor o inteligente, es sólo un conocimiento útil, una herramienta de trabajo”.

Cabe tocar el cielo cuando el más hooligan de todos, el autor de “Grupo salvaje”, Manuel Jabois, ese gallego exquisito prendado del Madrid, como su paisano Camba  del Hotel Ritz, relata en “Manu”, la historia de la preñez de su primer hijo, que “se necesitaba que en su embarazo su padre escribiese una novela de la que hablasen los siglos venideros, como escribía Hemingway  ‘Fiesta’ encima de un aserradero en París, pero en lugar de eso elegí al Sevilla  en el Pro, fiché a Pastore y a Higuaín, y gané la Champions League al tercer año después de tener que repetir la final tres veces dándole a apagar sin guardar los cambios por otras tantas derrotas”.

¡Cómo no quererlos! Rozo el éxtasis si leo a Ander Izagirre en “Mi abuela y diez más”, esa infancia en la que un niño gana la liga de un trallazo imaginario en el viejo campo donostiarra, con este arranque que en nada envidia al de Aureliano Buendía: “Mi abuelo Carlos era comunista, mi abuelo Joxemari era del Opus Dei y yo casi no soy ni de la Real Sociedad. Los tres íbamos al campo de Atocha. Pero a mí no me gusta el fútbol”. A mí sí, me gusta más que me gustaba fumar, más que comer, más que... con la edad, hay días que también.

El domingo vamos de derbi, y recordaré con mi hija la primera vez que entré a ese estadio, el Ramón Sánchez Pizjuán, con tres años, hace casi 50, apelotonados en las gradas de Gol Sur –¡“Niño, deja ya de joder con la pelota!”-. Recrearé por si acaso las derrotas dolorosas ante el eterno rival o aquellas otras que nos mandaban a la hecatombe de la Segunda División (el testarazo de Asensi que Rodri no pudo atajar y desbordó las lágrimas del niño que apenas alcanzaba a sujetarse en la barandilla). Reviviré las gloriosas victorias tan sufridas que más bien parecían un tributo pagano a un insaciable Pantócrator, aquellos imposibles del pudo haber sido y casi nunca fue.

Me emocionaré con los inimaginables éxitos de los años de los títulos, como si toda la fortuna del universo se hubiera concentrado en la bombonera de Nervión: las dos copas de la UEFA de 2006 y 2007, la Supercopa de Europa de 2007, la final de Copa del Rey de 2007 en Madrid ante el Getafe, primera después de 59 años, con mi hija y mi padre en un eslabón de generaciones sevillistas unido a 80 mil almas rojiblancas, la Supercopa de España de 2007 con la manita al Madrid en su estadio, otra vez la Copa del Rey, 2010, Barcelona, ante el Atlético de Madrid en valerosa minoría, a ras de césped con mi mujer y la familia de Navas, en la que Jesús –Jesusito de mi vida-, el Duende de Los Palacios, esperó hasta el descuento para redondear el gol de Capel y darnos la tranquilidad del dos a cero para alzar a las estrellas el trofeo de su accidentada majestad. Mejor equipo del mundo dos años consecutivos. Sólo un arbitraje infame en Mallorca nos impidió ganar nuestra segunda liga...

Jamás un hooligan periférico soñó con tales conquistas, sobre todo quien como yo vive desde siempre en territorio hostil, un pueblo que reivindica el rojo de sus tomates y sus sandías como manjar divino, pero en el que lo verdiblanco parece germinar en el adn de las lechugas y expandirse como un virus por sus calles.

A los pobres los aires aristocráticos nos duran poco, y en el último trienio hemos vuelto a lo de siempre, a aquel cántico con el que los ultras reprochaban a un presidente juguetero de las décadas 80 y 90 la mediocridad del equipo: Otro año igual, otro año igual. La mitad de la tabla es el alivio de quien se escapa del infierno por mucho pedigrí que se haya acumulado y aunque se regrese a la UEFA, ahora Liga Europea, por la puerta trasera que abren las groseras maquinaciones económicas de otros.

Este derbi de mañana nos devuelve los regustos de antaño, cuando un buen vapuleo al vecino te salvaba una triste temporada. Ocurrió la pasada, con el glorioso 5-1 del Pizjuán... y el tiempo detenido como si Juan Belmonte hubiese resucitado en el centro de la Maestranza. Quedó grabado a fuego en la historia por más que a la vuelta, en el Villamarín, nos empataran en el último minuto una ventaja de cero a tres.

Tres a cero, o incluso a uno, firmaría para este domingo, y aquí paz y después gloria. Y cada cual a sus cosas y a sus casas, y dios en la de todos: unos, los sevillistas, a consolidar la escalada hacia los puestos europeos, y otros, a preparar la feria, que igual hacen falta farolillos... farolillos rojos. Y si se ha de perder, se pierde con dignidad, se cabrea uno para los adentros y blasfema contra los dioses que mueven las alegrías y las penas a golpe de balón. Que gane el mejor, y que el mejor sea el Sevilla FC.

Jorge Antonio Rico

Jorge Antonio Rico

Bohemio, alternativo, izquierdista, emprendedor, fiestero, luchador por la felicidad... Jorge Antonio Rico apareció (creo que por estas fechas hará diez años) en la redacción de Radio Nacional de España en Sevilla como becario en un grupo francamente bueno, en el que también estaban mi paisana Sonia, Nuria López, Leticia Belloso y Catalina Mora.

En esta década, aquel culo inquieto, aquel jovenzuelo curioso y abierto ha hecho casi de todo para sobrevivir en una profesión que se ha convertido en un trabajo de alto riesgo: no como dicen algunos porque te pueden asesinar en Siria, que también, sino porque lo normal es estar en el paro a edades en las que te quieres comer el mundo, cuando el mundo tiene la cara rijosa de un burócrata de Bruselas que por recortar te puede dejar sin pilila.

Ahora, Jorguito se embarca en otra odisea, esta digital, artística, intelectual, y nos escribe sobre la belleza en el nuevo mensual Aparte Magazine. En su mejor estilo, sólo a él se le ocurre unir a Sócrates con Bieber. Los que compartimos -a la fuerza ahorcan- la platónica visión de que la verdadera belleza está en las ideas y no en el aspecto físico, le agradecemos el homenaje a los piquitos de oro frente a los guapos, por polimórficos que sean. Lean y disfruten.

De la pérdida del móvil

Estimados todos. Si necesitan localizarme tendrá que ser a través de teléfonos fijos (mantengo los habituales), móviles de gente cercana (y no siempre), correos electrónicos, mensajes privados o públicos en Facebook o Twitter (cuando pueda verlos), epístolas y cartas por correo ordinario (con el consiguiente retraso) o similares. (Pues no me quedo tan aislado como imaginaba y a veces querría). Ayer tarde perdí mi recién adquirido celular (término adquirido en mi asiduo contacto con melosas operadoras sudamericanas), un Samsung Galaxy Ace. Es un modelo antiguo para los modernos de las últimas generaciones tecnológicas, pero yo le había cogido cariño: nunca antes  había tenido un aparato con acceso a internet, guasa y otras prestaciones sin las que he podido vivir 50 años y ahora me temo que echaré de menos: nos estábamos conociendo con mutuo interés, lo que dada mi calamidad con estos cachivaches no es poca cosa, y le había comprado un caro envoltorio protector. Probablemente ocurrió al bajarme del coche en la calle Juan Ramón Jiménez, en las proximidades de la trasera del Bar Manolo, en Los Palacios y Villafranca.

La posibilidad de encontrarlo se difuminó a las pocas horas de darme cuenta del extravío, tras volver a pasar por las mismas calles y bares, y mirar bajo-entre los vehículos y preguntar a camareros varios.  A las primeras de cambio no recibía llamadas, lo que nos hizo aventurar que ya le había sido arrebatada la tarjeta sim (o como quiera que se denomine el artilugio que hace funcionar el invento). La esperanza de que algún alma cándida me lo devuelva duró aún menos: conocéis que mi confianza en la naturaleza humana se resume muy a menudo en defenderme de la lamentable certeza de que, como dice Arturo Pérez-Reverte (y eso por buscar una cita de autoridad), “el hombre es un hijo de puta para el hombre”.
 
Ahora espero que me envíen una nueva tarjeta y decidirme (de momento no estoy por la labor) a comprarme otro cacharro. Estaré un tiempo sin telefonía móvil (sin negar del todo su utilidad, parto de que el que te busca te encuentra y una vez que ando todas las tardes, tampoco tengo el más mínimo interés en hablar al trote con el más allá). Claro que si a esta pérdida sumo que en las últimas semanas he tenido que pagar dos multas (una por el Puente del Quinto Centenario, a la mayor gloria de las arcas estatales; otra al pasar un semáforo en rojo en la Avenida Carlos III de la Cartuja, para alegría de Zoido: ambas con hermosas fotos de mi vehículo recién restaurado tras un golpe prenavideño); si sumamos, digo, entenderán ustedes, amigos todos, que me haya echado a temblar por el mero anuncio de que hay científicos que andan buscando un cuerpo humano al que preñar para resucitar al homo neardental. Es de lo poco que me va faltando.

Delicadeza de pirotécnico

A partir del lunes 3 de diciembre de 2012 seré relevado como Director adjunto y responsable de la redacción de Radio Nacional de España en Andalucía, como hace unas semanas lo fue la directora Alicia Bonachera Álvarez. Después de tres años y once meses en el cargo, mi primer agradecimiento va destinado a los compañeros del centro territorial y las unidades provinciales por su constante comprensión, ayuda y colaboración en las tareas encomendadas. Mi reconocimiento también por el trabajo realizado en todo tipo de circunstancias.

Considero honradamente que hemos protagonizado una etapa de extraordinaria vitalidad periodística y de cumplimiento exacto de nuestro compromiso como servicio público. Siempre hemos intentado que primara la profesionalidad, la independencia y la lealtad a una empresa y una labor que nos obliga a tratar con delicadeza de pirotécnico un material tan sensible como el derecho de los ciudadanos a recibir una información veraz.

Los tiempos son muy duros y difíciles, también en los medios de comunicación, cuya descomposición alcanza niveles inauditos. Tanto que hasta Clark Kent, el alter ego de Supermán, dejará de escribir en breve en el Daily Planet para evitar estar a las órdenes del conglomerado multimedia que ha comprado el periódico. Rompe una relación de 1940 para no traicionar sus convicciones y conservar su independencia como periodista. Nosotros, yo al menos, no somos supermanes y tendremos que seguir peleando las habichuelas de cada día, las intelectuales y las alimenticias, por conservar el empleo, claro, pero también por preservar a diario las virtudes de una radio pública que es de todos.

Como escribió el gran Indro Montanelli al despedirse de Il Gionarle: “Durante veinte años éste ha sido -y mis compañeros de trabajo pueden testimoniarlo- mi pasión, mi orgullo, mi tormento, mi vida. Pero lo que siento a la hora de dejarlo es sólo asunto mío: los tonos patéticos no van conmigo y nada me resulta tan insoportable como el lloriqueo”.

Mientras me dejen, me podréis encontrar, como siempre, en la redacción de RNE Sevilla haciendo lo único que sé: escribir noticias y contarlas. Será mejor si vosotros, compañeros y amigos, no estáis muy lejos.

Gracias de corazón a todos.

Aquella juventud

Aquella juventud

Ese joven que se adivina en la foto, en el atril, es un servidor. Con 23 años, recién había terminado la carrera de Periodismo y, en este acto, recibía el 2º Premio Nacional en la VII Edición del Certamen de Poesía Searus por "Hacia el origen... de ti".

 

HUBO UN TIEMPO, LO SABES, EN QUE VIVIR ERA LIENZO

blanco, crecido en la cintura de la edad,
amamantado en el silencio de los pájaros,
en el ocaso y los murmullos de las tardes
inacabadas.
          Hubo un tiempo, no lo sabes,
en que volar era una trágica broma de feria,
la broma, una mueca,
la mueca, un espasmo,
el espasmo, un grito.
          Y una carcoma devorando los misterios
vírgenes de las aves; caballos
sin memoria galopan
guerreros
hacia la génesis del porvenir.
Hubo un tiempo, ¿lo sabes?, en que vivir era eso:
quizás entonces, ah entonces,
la ceremonia del amor fuese el gesto definitivo.
TRAS LA PARSIMONIOSA
mirada de los gatos,
dibujaste un silencio color ámbar,
la nuca del espacio acariciaste
sobre un potro de ausencia sin estrellas
por marismas de cuerpos al galope.
Pálidas manos aletean en las sombras
de la memoria: arco de luz que difumina
tu sonrisa de esfinge,
mientras despojo al sueño
cálido de tu vientre
de ancestrales temores.
Tras el tupido velo
de los ojos alados,
ovillaste el insomnio con tristeza,
los besos del adiós amamantaste
de palomas dormidas en los senos
para sentir la luna en el fondo de tus manos.
PROBABLEMENTE FUISTE
cobarde, asesino de las lluvias.
Volver los pasos. Casas derrumbadas.
Una locomotora de azufre en el rostro.
Baldíos campos. Pájaros baldíos
en frentes de ceniza. A la sombra
del tiempo, irreversiblemente mío,
despojos de palabras inconexas
en sótanos de herrumbre,
                    a la sombra
del pulso de la sangre, se amotinan.
La noche, vieja como el sueño, vuelve
con su penumbra de acidez muda.
Un gesto. Sólo un gesto en el alféizar
del duerme-vela: volver los pasos. Tú
probablemente fuiste
culpable, asesino de las lluvias.

Verano

Verano

Cinco, cuatro, tres, dos, uno, cero... O lo que es lo mismo: mañana comienzo la feria y el lunes no más al tajo; sin terapia ni compasión. Y digo yo: ¿por qué no me hacen como al niño de mi amiga Noelia, que irá a la guardería a poquito, para irse acostumbrando? En fin, la depresión de la mala vía...

Extrañas intimidades

Lo dijo Ella la otra tarde en la playa como lo habló con las amigas durante la cena de la noche anterior, aireando lo propio, y peor, los años. Ahora, con otra entonación, más ideológica, pero con indéntico poso, lo leo en el chateau de Espada:

"«¿Han cambiado ellos? ¿He cambiado yo?» (...) La propia formulación de la pregunta exige el cumplimiento de una premisa harto discutible: la unidad del yo. Cambiar, en el fondo, significa permanecer. Nos resistimos a una hipótesis distinta: la de ser otro. Otro que vuelve la cabeza y mira al Uno, con las consecuencias lógicas de la ausencia de vínculos.

Pero demos por bueno que la unidad del yo existe, y que hemos atravesado, compactos, el tiempo. No todos los yoes experimentan esa sensación que describía mi corresponsal. En realidad, la mayoría de las gentes cree que ni ellos han cambiado ni he cambiado yo. Pero en una pequeña minoría es cierto que la quiebra se ha producido".

Cuando yo era joven lo repetía de fomar más prosaica, con aquel verso de Neruda: "Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos". Poema 20, previo a La canción desesperada y su concluyente "Es la hora de partir. Oh abandonado!"

Y aún otra más, también de don Arcadi y su veraneo: "La entrada de mis hijas en el umbral de la adolescencia ha tenido efectos destructivos en mi celebración de la carne joven. Saturado de hormonas, ahíto de turgencias, licuado en mil flujos, prefiero, por lo general, menos arrogancia y hasta un punto de flacidez amorosa. La circunstancia de esos vejetes en manos de muñecas se me hace más incomprensible cada día. La vida, (y ¡los patéticos embates!) rebota en tales cuerpos".

Mal van llegando las vacaciones.

"Tacto"

"CONTEMPLAR

y que me crecieran

haluros de plata

en las manos,

para que

tocarte

hiriera

mi memoria"

Borja de Diego, Barro

(Un sólido proyecto de periodista, un poeta que tantea el mundo para descubrir el ritmo de la palabras, un becario inquieto y de oído afinado, un tipo que viste camisetas de Lep Zeppelin y liga con la colega de la Cope, un alternativo comprometido a diario como si fuera la lucha final, un universitario que clama contra la vacuidad de la enseñanza, un intelectual en ciernes que quiere entender. Un ingenuo encantador y buena gente. Un abrazo, genio).

Cosas y sentimientos

Cosas y sentimientos

Del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA).

"Aitana, niña mía"

"Aitana, niña mía"

Desde las 13.15 horas de hoy, Aitana es mayor de edad. Aquella recién nacida de 3,130 kilos y 50 centímetros peludos ha cumplido 18 años. Ya no puede delinquir, como dice ella; ya la puedo echar de casa sin problemas legales, como le digo yo. Y aprovecha la risa cómplice para pedir el carné de conducir, un coche, la luna envuelta en celofán... 

Celebra el cumpleaños con un mohín de fastidio, entre exámenes finales y expectante ante la Selectividad, a la espera de acceder a los misterios de la biotecnología. Que no sé yo de dónde le viene esa inquietud científica que siempre he animado mientras sufre con las matemáticas y se apasiona con la historia. 

Tanita se ha convertido en una mujer guapa, menuda, con carácter, y una enorme curiosidad por este mundo que quiere descubrir y abarcar en toda su extensión. A ese avatar se enfrenta con el ímpetu de la edad, la solidez del conocimiento y la ilusión de vivir plenamente. Desde el amor a sus gentes. Con el cariño de amigos y familiares. Felicidades, princesa.

Un padre con baba que recupera el poema del que surgió su nombre cuando ni siquiera era el sueño de una célula hija. 

"Aitana, niña mía, baja la primavera
para ti quince flores pequeñas y graciosas.
Sigues siendo de aire, siguen todas tus cosas
siendo como encantadas por una luz ligera.

Aitana, niña mía, fuera yo quien moviera
para ti eternamente las auras más dichosas,
quien peinara más luces y alisara más rosas
en tus pequeñas alas de brisa mensajera.
 
Aitana, niña mía, ya que eres aire y eres
como aire y remontas el aire como quieres,
feliz, callada y ciega y solaen tu alegría,

aunque para tus alas yo te abriera más cielo,
no olvides que hasta puede deshojarse en un vuelo
el aire, niña Aitana, Aitana, niña  mía".

Rafael Alberti, Balada y Canciones del Paraná

Así suena en la voz del poeta.   
 

"Ja sóc aquí"

"Ja sóc aquí"

Quizá más sabio, con algo más de experiencia y la mente despejada.

Encontré Ítaca.

Pero como tantas cosas en este mundo fenicio y capitalista, era una tienda de la hermosa Carrer de Ferran.

Al menos se llama L’art del Poble, lo que siempre invita al optimismo y a la esperanza en el porvenir de la Humanidad.

De Barcelona: La sorpresa de la poca gente que se comunica en catalán, ni siquiera entre ellos. La masiva presencia de inmigrantes en el sector servicios, en aparencia plenamente integrados. La exquisitez y la educación en el trato. La confirmación de que el vocerío en calles, bares, restaurantes, monumentos... une a la patria.

Hacia Ítaca

"Cuando emprendas el viaje hacia Itaca
ruega que sea largo el camino,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.

(...)

Ten siempre a Itaca en tu pensamiento.
Tu llegada allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguardar a que Itaca te enriquezca.

Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas".

 Konstantino Kavafis, Ítaca

Parto a la búsqueda de la Ítaca mediterránea. Volveré el domingo 23.

(Y de paso, a ver si nos traemos la Copa del Rey que jugamos el miércoles en Barcelona ante el Patético de Madrid). 

Arrastrao

Ya sé, compadre, que es mucho peor regabinar o escardar doblado al sol de la marisma.

Pero doce horas delante del ordenador, con la contractura agarrotada en la cerviz y la migraña golpeando la testuz, tampoco están mal para ganarse el infierno a pico y pala.

Domingo en diminutivo

La mañana está limpia, despejada, con sol y una ligera brisa a ratos fresca. Repican las campanas. Hay ambiente en las calles, los bares se llenan con gente que desayunan. Los católicos van a su misa de doce; yo, con la contractura a cuestas, a por los periódicos. El quiosco queda al lado de la iglesia. Llegan en familia, todos vestidos de domingo. Luego (los he visto cuando me he levantado más tarde) vuelven con los mismos problemas pero reconfortados, supongo: debe de ser un alivio eso de que hay un paraíso más allá de este valle de lágrimas, más si te esperan siete vírgenes como dicen los musulmanes. Derrapo.

La señora de la Prensa y yo hacemos la cuenta con los dedos. Sonreímos. Al regresar, una anciana del barrio me saluda: "Vaya usted con Dios". No sólo lo soy, sino que parezco mayor. En la panadería, niños que corretean y vecinas de cháchara. Una me pregunta: "Manolito, ¿cómo está la mama?" Y el diminutivo me devuelve por un instante a una infancia difusa. El calor aprieta superado el mediodía. Los coches rompen la calma en la avenida y  se oyen las voces de los han cambiado el café por la cerveza. El fútbol como debate universal. El Betis que arriesga el ascenso a Primera, el Barsa que avanza hacia el título de Liga. ¿Qué harán el Sevilla y el Madrid esta tarde?

Entro en casa de mi madre. La felicito: "Ay, mi Manolo". De pronto soy un adulto otra vez; o es que mi madre es muy mayor. Por allí corretea Blanquita, mi sobrina, que hoy cumple dos años y quiere vestirse de princesa. De momento lleva una camiseta sevillista que contrasta con las béticas del primo y de su hermano, que no termina de decidirse. Por si acaso, le obligan a quitársela: su padre es sevillista y no le haría gracia verlo con semejante disfraz. Aparecerá más tarde, la niña, feliz, con un vestidito de regalo. A almolzar, a la Cruz de Mayo de San Isidro. Hay arroz, pinchitos, filetes y cerveza. Amigos por los que interesarse. La vida es muy dura y cuesta sobreponerse. Unas chicas muy monas traen pasteles. ¿Un burro o dos para la romería?. Según cuánta gente subamos al carro. La vieja disputa entre la defensa del bicho, del hombre y los costes.

Queda la tarde. Visita del Arzobispo, que coloca la primera piedra de un nuevo templo ante un buen puñado de fieles; yo veo el fútbol en el bar de siempre. Una copa, dos, tres. El Sevilla y el Madrid ganan. La brisa puede a los restos de sol y es hora de pensar en que pronto vendrá el lunes y en que habrá que fichar a las siete. La cuesta de otra semana de trabajo y decidir lo del jodío burro y nueva jornada de liga el miércoles y esperar al viernes...

Sobre el sofá, Raymond Carver me mira desde la portada de Principiantes, el texto original de De qué hablamos cuando hablamos de amor. Me consuela saber que sobrio fue un genio de la literatura y borracho, víctima del realismo sucio. Pero de Carver escribiremos en otro momento. Ya es de noche. 

Día oscuro

Una nube sucia ensombrece la luna llena.

El hombre lobo sale borroso.

(Es lo que se ve desde mi azotea).

Acta

Esta desidía mía,

tan próxima a la muerte,

que al fin

acabará con todo.

Un escéptico

que piensa que la vida no tiene sentido

y que lucha cada día por/contra no sabe muy bien qué.

Abantal

Una delicia con estrella Michelín en el centro de Sevilla.

Feliz aniversario

... a la sombra de la toga.

Rec del día después:

Igual no quise escribir "Abantar", sino avatar, pero la selección de vinos nubló mi escaso pulso.

Ínterin

El olor afilado del hospital en la impaciente espera.

La sombra del bisturí sobre la pared blanca.

El mundo recobrado, sala del despertar, regreso de lo ignoto.

La metódica explicación del eficiente cirujano.

La camilla, la habitación, el suero, las voces.

Y la charla distendida, anestesia del dolor y el miedo.  

¿Y los de 49?

"La amiga [suicidada] de mi médico acababa de cumplir los 50. La combinación de la Navidad y el medio siglo sólo hace que estimular los efectos dañinos de uno y de lo otro, como algunos medicamentos. Las dos circunstancias, en cualquier caso, sufren de lo mismo, que es la carga del pasado. Literariamente hablando, el suicidio no deja de ser una airada forma de protegerlo".

Estimado Arcadi, ¿qué hacemos al filo de lo (im)posible cuando amenaza incluso el futuro?

Y aún así, sea una vez más,

Felices Fiestas.