Amenábar (y los otros) con tío Oscar
Lo consiguió. El chico bueno -y listo e inteligente y envidiable- se trae la estatuilla más apreciada del cine mundial. La no por más almibarada menos conmovedora "Mar adentro" ha podido con "El hundimiento" y "Los chicos del coro". Es una magnífica película, vitalista en su paradoja, impecable en su factura. Quizá demasiado... perfecta, por encontrarle una pega. Amenábar se convierte en otro de nuestros escasos iconos internacionales, y es para felicitarse. Más cuando la derecha digital no perdona el progresismo rayano en el rojerío de sus protagonistas y minimiza el éxito. (No se les puede sacar de Garci y su edulcorada posguerra). Es el cuarto Oscar de España. Mucho para una cinematografía modesta aunque con ínfulas, y, of course, varios genios en su palmarés.
Homenaje también al cantante uruguayo, Jorge Drexler, Oscar a la mejor canción, que se vengó de una lamentable organización que no le permitió interpretar su composición alegando su escasa popularidad entre la concurrencia de la alfombra roja. La destrozó sobre el escenario Antonio Banderas. Drexler no agradeció el premio, cantó, que es lo que mejor sabe.
No pudo hacerlo Nacho Vigalondo, muy popular entre mis familiares, pero con pocos simpatizantes entre los popes de Hollywood, adictos a los dramones con los que competía este corto tan salao. Mi hija canturrea por la casa la copla que da vida a "A las 7.35 de la mañana" con soniquete de Los Lunnis.
Aún sin haber visto la última de Clint Eastwood, esa Million dolar baby que me recomiendan con devoción, brindo en honor del viejo pistolero aficionado al Jack Daniels. Su victoria sobre la patética historia del rico Hughes, por más que la haya dirigido la mano otras veces maestra de Scorsese, redime a una industria entregada a manipulaciones y vacuidades propias de ejecutivos contables. La cosecha de este año ha sido buena, lo que viene siendo una excepción en el poblacho de Los Ángeles.
Homenaje también al cantante uruguayo, Jorge Drexler, Oscar a la mejor canción, que se vengó de una lamentable organización que no le permitió interpretar su composición alegando su escasa popularidad entre la concurrencia de la alfombra roja. La destrozó sobre el escenario Antonio Banderas. Drexler no agradeció el premio, cantó, que es lo que mejor sabe.
No pudo hacerlo Nacho Vigalondo, muy popular entre mis familiares, pero con pocos simpatizantes entre los popes de Hollywood, adictos a los dramones con los que competía este corto tan salao. Mi hija canturrea por la casa la copla que da vida a "A las 7.35 de la mañana" con soniquete de Los Lunnis.
Aún sin haber visto la última de Clint Eastwood, esa Million dolar baby que me recomiendan con devoción, brindo en honor del viejo pistolero aficionado al Jack Daniels. Su victoria sobre la patética historia del rico Hughes, por más que la haya dirigido la mano otras veces maestra de Scorsese, redime a una industria entregada a manipulaciones y vacuidades propias de ejecutivos contables. La cosecha de este año ha sido buena, lo que viene siendo una excepción en el poblacho de Los Ángeles.
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