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SOLLOÍNA

Pluralidad

En España, la democracia mediática se refleja en kioscos y estanterías, en el recorrido del dial o en el mando a distancia. Quiero decir: no hay pluralismo ni variedad de voces y ecos en el interior de cada medio. Ni siquiera en cada grupo de comunicación. Cada uno es un espacio partidista, unísono, sin fisuras argumentales. A ésto le llaman sinergias: el nuevo clon del viejo todos a una. Ves por la calle a un ciudadano con el ejemplar de un diario bajo el brazo, le averiguas la emisora de radio que pincha en el coche o descubres la cadena de televisión que ve desde el sofá del que se ha levantado para prestarte el abrelatas, y ya le puedes trazar el perfil ideológico con un margen de error de +/- 1. Lee, oye, mira, y todo es monolitismo militante.
El paroxismo me llega esta mañana dominical. Vuelvo de comprar la prensa bajo un enojoso aguacero tras semanas de sequía. Entre la maraña de papel, y con un libro de historia, otro de cocina, una película, un juego, varios dvdés y hasta el cuento de La bella durmiente, el kiosquero me ofrece un mauser y un mapa para que ocupe mi lugar en la trinchera.

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