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SOLLOÍNA

Juan Gelman, el premio de un poeta

Juan Gelman, el premio de un poeta El juego en que andamos
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.

Festejemos con este poema -y otros- la concesión al poeta argentino Juan Gelman (Buenos Aires, 1930) del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, dotado con 42.100 euros y convocado conjuntamente por Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca. La profesora Ángeles Pérez López, miembro del jurado, define la obra de Gelman como "profundamente original, rigurosa, emocionante y emotiva a la vez" y destaca su lucha contra las dictaduras militares del Cono Sur de los años 70, que pusieron en práctica el terrible Plan Cóndor para eliminar a la oposición política de izquierdas bajo el paraguas de Estados Unidos.
El poeta y periodista, que está en París y que volverá a Méjico, donde reside, el domingo, ha afirmado que está pasando por un "buen momento", después de un tiempo de "gran dolor". Hace sólo una semana relataba de nuevo su tragedia en Córdoba, en un receso del festival de poesía Cosmopoética.
En 1976, los militares argentinos fueron a buscarle a su casa y como no lo encontraron se llevaron a su hijo y a su nuera embarazada. Ambos fueron asesinados y dados por desaparecidos. Pero Gelman sabía que su nuera, embarazada, había sido trasladada a Uruguay, donde dio a luz en cautiverio. Exiliado, emprendió una búsqueda sin tregua. Ya encontró los restos de su hijo y hace tres años dio con su nieta. Tras una larga lucha, hace tan sólo unos días, una juez uruguaya ha fallado a favor del cambio de apellido de la niña, ya una mujer de 30 años. Ahora su nombre es María Macarena Gelman García. Todavía busca el cadáver de su nuera. Porque, como relató a El País en Córdoba, "la memoria y la justicia cierran esas heridas... (El drama de los desaparecidos) es un padecimiento que no tiene nombre, que no tiene nombre. Y el saber lo mitiga". Que así sea.

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