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SOLLOÍNA

Un calamitoso debate

Un calamitoso debate Presupongo que la mayoría de los lectores de este blog conocen ya las líneas generales del Debate del estado de la Nación y los detalles del enfrentamiento de Zapatero y Rajoy. Una periodista de crítica equilibrada y buen fraseo, Soledad Gallego-Díaz, de El País, titula su columna de hoy La inquietante tarde de Rajoy. Es peor aún. El líder del PP y de la oposición, jaleado por los hooligans de su grupo, se tira al monte y regresa a la crispación salvaje del 93, que tan buenos réditos concedió a los populares. A sus vergonzosas acusaciones -"Usted traiciona a los muertos y revigoriza a ETA"-, une su rechazo radical a la política antiterrorista del Gobierno con la renovada intención de obtener ventajas electorales. Equivoca el enemigo el señor Rajoy, que sangra por la herida del 11-M sin haber aprendido que con los muertos de los ciudadanos no se juega.
A la arcadia feliz de Zapatero -con varias decisiones acertadas: retirada de tropas, derechos civiles, apertura de la televisión pública- se le pueden oponer, a derecha e izquierda, muchas lacerantes realidades, numerosas promesas que no cumplirá jamás, la denuncia de sus gestos vacuos, el vértigo del debate territorial, el reproche de vender como virtud lo que es inmovilidad. El drama de un Gobierno perdido en el talante de hacer poco y hacerlo regular, en fin. Pero no la política antiterrorista; no ETA; no cuando persiste la amenaza del tiro en la nuca, cuando apenas se ha avanzado con tímida prevención hacia no se sabe dónde. Esperaba al menos lealtad institucional ante el compromiso del presidente de que consultará al Congreso las decisiones sobre el futuro de la banda terrorista vasca.
¿Cómo la quiere Rajoy? ¿Rota? ¿Roja? ¿Destruida? Me preocupa hacia dónde pueda llevarnos Zapatero. Me parece impresentable la actitud del dirigente opositor. Es la sensanción tras un calamitoso debate.

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