La intifada saharaui
El pueblo saharaui se ha cansado de la farsa de la ONU y el Plan Baker, que consienten la ocupación marroquí de la antigua colonia española. El Frente Polisario, que aspira a constituir la República Árabe Democrática Saharaui, ha amenazado con volver a las armas, después de los sucesivos incumplimientos sobre la convocatoria de un referéndum en el que se iba a decidir el futuro del Sahara Occidental, que Marruecos pretende anexionarse mientras sus gentes malviven en campamentos de refugiados en el desierto argelino.
Los habitantes de las ciudades controladas por el Gobierno marroquí han salido a la calle y han sufrido la represión, la detención ilegal, torturas y desapariciones. La trascendencia mediática ha sido muy limitada. Nuestros poderes temen al vecino del sur. Pero Internet se alza de nuevo como una fuerza de denuncia, como lo demuestra el blog Poemario Sahara, que refleja el diario sufrimiento y el dolor. Como también lo hace la Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis.
Los súbditos de Mohamed VI, el rey de la supuesta democratización de Marruecos, tampoco quieren visitantes incómodos, sean políticos, periodistas o dirigentes de organizaciones solidarias. Nuestro amigable vecino ha impedido la visita al Sahara a cuatro delegaciones españolas en estas semanas. La última vez, el domingo, a un grupo andaluz. El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, se limita a decir que el viaje no era oportuno. Ni Zapatero ni Chaves quieren molestar al monarca alhauita y sus gobernantes, a los que pretenden convertir en dique ante el integrismo y abrir a negocios florecientes sin excesivos pudores liberales.
Pero la situación es grave, al tiempo que aumenta la presión de los colectivos prosaharauis, amplios y muy activos, que recuerdan la posición tradicional española en este conflicto. Al menos, el Parlamento andaluz ha reacionado con una Declaración institucional sobre el conflicto saharaui, apoyada por los cuatro grupos de la Cámara, que dice:
"En las últimas semanas se han producido manifestaciones y protestas de la población saharaui de los territorios ocupados que han sido reprimidas con extraordinaria dureza por Marruecos.
Acusaciones de torturas, desapariciones y detenciones sin garantías y sin juicios justos han provocado una honda preocupación en numerosas instituciones, ONGs y ciudadanos; preocupación que se extiende al Parlamento de Andalucía.
Hoy más que nunca es necesario un posicionamiento del Parlamento de Andalucía en la línea marcada por el Derecho Internacional y las Naciones Unidas ante la situación de la población saharaui en las zonas ocupadas.
En tal sentido, el Parlamento de Andalucía manifiesta su preocupación por la falta de transparencia en la información sobre el conflicto y por la lesión de los derechos de reunión, manifestación y libertad de expresión por parte del gobierno marroquí hacia la población saharaui. La extensión de esta limitación de derechos a los medios de comunicación extranjeros y a las delegaciones internacionales de solidaridad ha avivado las sospechas respecto a la represión que está sufriendo la población saharaui en los territorios ocupados".
Unos 3.000 niños de los campos de refugiados pasan el verano con familias andaluzas dentro del programa Vacaciones en Paz. Ellos se merecen otro futuro.
Los habitantes de las ciudades controladas por el Gobierno marroquí han salido a la calle y han sufrido la represión, la detención ilegal, torturas y desapariciones. La trascendencia mediática ha sido muy limitada. Nuestros poderes temen al vecino del sur. Pero Internet se alza de nuevo como una fuerza de denuncia, como lo demuestra el blog Poemario Sahara, que refleja el diario sufrimiento y el dolor. Como también lo hace la Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis.
Los súbditos de Mohamed VI, el rey de la supuesta democratización de Marruecos, tampoco quieren visitantes incómodos, sean políticos, periodistas o dirigentes de organizaciones solidarias. Nuestro amigable vecino ha impedido la visita al Sahara a cuatro delegaciones españolas en estas semanas. La última vez, el domingo, a un grupo andaluz. El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, se limita a decir que el viaje no era oportuno. Ni Zapatero ni Chaves quieren molestar al monarca alhauita y sus gobernantes, a los que pretenden convertir en dique ante el integrismo y abrir a negocios florecientes sin excesivos pudores liberales.
Pero la situación es grave, al tiempo que aumenta la presión de los colectivos prosaharauis, amplios y muy activos, que recuerdan la posición tradicional española en este conflicto. Al menos, el Parlamento andaluz ha reacionado con una Declaración institucional sobre el conflicto saharaui, apoyada por los cuatro grupos de la Cámara, que dice:
"En las últimas semanas se han producido manifestaciones y protestas de la población saharaui de los territorios ocupados que han sido reprimidas con extraordinaria dureza por Marruecos.
Acusaciones de torturas, desapariciones y detenciones sin garantías y sin juicios justos han provocado una honda preocupación en numerosas instituciones, ONGs y ciudadanos; preocupación que se extiende al Parlamento de Andalucía.
Hoy más que nunca es necesario un posicionamiento del Parlamento de Andalucía en la línea marcada por el Derecho Internacional y las Naciones Unidas ante la situación de la población saharaui en las zonas ocupadas.
En tal sentido, el Parlamento de Andalucía manifiesta su preocupación por la falta de transparencia en la información sobre el conflicto y por la lesión de los derechos de reunión, manifestación y libertad de expresión por parte del gobierno marroquí hacia la población saharaui. La extensión de esta limitación de derechos a los medios de comunicación extranjeros y a las delegaciones internacionales de solidaridad ha avivado las sospechas respecto a la represión que está sufriendo la población saharaui en los territorios ocupados".
Unos 3.000 niños de los campos de refugiados pasan el verano con familias andaluzas dentro del programa Vacaciones en Paz. Ellos se merecen otro futuro.
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