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SOLLOÍNA

Trillo

Trillo Hace mucho que el ex ministro de Defensa admirador de Shakespeare debió recoger sus bártulos e irse a su casa, o al despacho, a redondear los fondos, como hace los que se van o echan de la política. Nunca debió escuchar a Aznar eximirlo de responsabilidad en el trágico accidente del Yak 42; menos aún, hacerle caso a su ex presidente y quedarse en el cargo cuando le acusaban las razonables razones de los familiares de los militares fallecidos por su incompetencia y la de su equipo. Trillo, como Acebes y el 11-M. De vuelta. Que corra el aire en el PP y sus conservadores postulados, ido Rato a otros menesteres capitalistas.

Pero el ensañamiento del PSOE y de ¡Bono!, que comparte con Trillo católicas creencias, deja un mal sabor, ciertas sospechas, un "no es eso". Porque el ex ministro de los militares fue uno de los principales voceros de la oposición salvaje 1993-96 -paro, despilfarro, corrupción; más los Gal- y llevó a los tribunales al Intocable. Parece que se lo están haciendo pagar. Y no huele bien.

Habrá que esperar que el presidente del Congreso, Manuel Marín, ponga calma y prohiba las emboscadas, como las de la foto, que él mismo denuncia.

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