Enero como amenaza
Cunde cierto desánimo entre el personal de RTVE. Al regreso de las vacaciones, muchos han mirado con inquietud hacia principios de 2006, fecha en la que, se supone, comenzará a aplicarse la reforma legal del grupo mediático público. Hay directivos que ya comentan su relevo. Y trabajadores que aspiran/temen el famoso ERE (Expediente de Regulación de Empleo), que pondrá en la calle a un número indeterminado -se habla de hasta 3.000, un tercio de la plantilla- de empleados.
Todo conjeturas. Al menos, por ahora. La nueva ley, que cambiará radicalmente la organización empresarial y financiera de la radio televisión estatal, aún debe ser aprobada por el Congreso. Y sus señorías se toman su tiempo para votar lo previsto por las cúpulas de los partidos. Pero la preocupación se extiende. La memoria histórica impulsa a muchos a desconfiar del Gobierno socialdemócrata y hay quien añora a ese liberal thacheriano de Rodrigo Rato, que mantuvo la financiación pública del Ente (e incluso piruleó a Bruselas las ayudas a los astilleros, llegado el caso).
Cierto, fue el PP el que elevó hasta casi 7.000 millones de euros una deuda que no llegaba a los 1.600 millones en 1996, cuando Aznar sube al poder. Pero un sector liberal-socialista es especialista en quebrar/cerrar/vender/regalar lo público. Desde la lejana solución que propuso Alfonso Guerra para RTVE -echar a todos a la calle y decidir en la puerta quien entra y quien no- a las actitudes liquidacionsitas de Solbes y sus peroratas sobre la necesidad de elegir entre televisión y sanidad, no han cesado las trifulcas y las desconfianzas hacia las soluciones del PSOE.
Tampoco tranquiliza la alargada sombra de Polanco, al que hay que dejar hueco para su Cuatro, que comenzará a emitir en unas semanas con Gabilondo de estrella informativa. Pero en 2006 habrá otro operador televisivo privado, el cuarto. Ambos pueden suponer para TVE pérdidas millonarias, lo que dejaría en el aire el futuro de la cadena pública. De hecho, el anteproyecto de presupuestos del Ente para el año próximo prevé una reducción de los ingresos publicitarios de casi el 10 por ciento, junto a un déficit de 800 millones de euros, a la espera de que el Gobierno concrete su subvención. El endeudamiento total alcanzará los 8.300 millones.
Y la audiencia de La Primera apenas se mantiene en el 19 por ciento, por detrás de Telecinco y Antena 3. Y los informativos no despegan. Y desde el PSOE se les pide garra...
Como si no aleteara ya un águila imperial sobre nuestras cabezas.
Todo conjeturas. Al menos, por ahora. La nueva ley, que cambiará radicalmente la organización empresarial y financiera de la radio televisión estatal, aún debe ser aprobada por el Congreso. Y sus señorías se toman su tiempo para votar lo previsto por las cúpulas de los partidos. Pero la preocupación se extiende. La memoria histórica impulsa a muchos a desconfiar del Gobierno socialdemócrata y hay quien añora a ese liberal thacheriano de Rodrigo Rato, que mantuvo la financiación pública del Ente (e incluso piruleó a Bruselas las ayudas a los astilleros, llegado el caso).
Cierto, fue el PP el que elevó hasta casi 7.000 millones de euros una deuda que no llegaba a los 1.600 millones en 1996, cuando Aznar sube al poder. Pero un sector liberal-socialista es especialista en quebrar/cerrar/vender/regalar lo público. Desde la lejana solución que propuso Alfonso Guerra para RTVE -echar a todos a la calle y decidir en la puerta quien entra y quien no- a las actitudes liquidacionsitas de Solbes y sus peroratas sobre la necesidad de elegir entre televisión y sanidad, no han cesado las trifulcas y las desconfianzas hacia las soluciones del PSOE.
Tampoco tranquiliza la alargada sombra de Polanco, al que hay que dejar hueco para su Cuatro, que comenzará a emitir en unas semanas con Gabilondo de estrella informativa. Pero en 2006 habrá otro operador televisivo privado, el cuarto. Ambos pueden suponer para TVE pérdidas millonarias, lo que dejaría en el aire el futuro de la cadena pública. De hecho, el anteproyecto de presupuestos del Ente para el año próximo prevé una reducción de los ingresos publicitarios de casi el 10 por ciento, junto a un déficit de 800 millones de euros, a la espera de que el Gobierno concrete su subvención. El endeudamiento total alcanzará los 8.300 millones.
Y la audiencia de La Primera apenas se mantiene en el 19 por ciento, por detrás de Telecinco y Antena 3. Y los informativos no despegan. Y desde el PSOE se les pide garra...
Como si no aleteara ya un águila imperial sobre nuestras cabezas.
2 comentarios
Al-Duende -
Al-Duende -
Si no es conveniente mostrar tetas y culos como gancho de pantalla (estoy de acuerdo), pero tampoco se deja a los "librepensadores" que hagan espacios sin amaños pseudopartidistas (el mejor ejemplo es como le cortaron las alas a Wyoming, ¡¡qué encorsetado estaba el hombre, peor que en una cadena privada!!), la audiencia se ríe de los tímidos intentos que se hagan por una programación cultural. Porque es ahí donde la cultura se convierte en tostón.
La gente del PP debería entender que los informativos no son espectáculo, pero la del PSOE debería aceptar que no se puede convertir el espectáculo en una clase hertziana. El espectáculo es, por definición, frívolo. Y la parte que le toca en la televisión (informar, formar, divertir) debe ser respetada si se quiere hacer TELEVISIÓN. Si no, se hará otra cosa, pero no televisión.