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SOLLOÍNA

Supersticiones nacionalistas

La postal de felicitación navideña enviada por el Partido Andalucista es un extraño brebaje de irrealidad eclesiástica. Ni los deplorables derechos históricos que reclama el Estatut catalán son equiparables a semejante atropello. Proclama el texto: "Andalucía en el I Milenio antes de Cristo, la nación más antigua de occidente en tiempos de Tartessos". Sobre un mapa de la actual comunidad autónoma, se señalan más de 50 municipios con la denominación de entonces.

La realidad arqueológica parece muy otra. La entrada Tartessos, de Wikipedia, está trillada de téerminos como "teoría", "tal vez" o "probablemente". Reputados historiadores no corroboran más allá de la existencia de este pueblo, del que apenas se conocen datos de su organización política y territorial, pese a los intentos nacionalistas de convertirlo, como al inicio de la Transición con la arcadia de Al Andalus, en antecesores directos del sueño de Blas Infante. (Al margen de que algún indocumentado haya puesto los libros del Padre de la Patria Andaluza, según el vigente estatuto de autonomía, al lado de otros relacionados con el terrorismo islamista y los nacionalismos violentos en la biblioteca pública Infanta Elena de Sevilla).

La felicitación andalucista remata sus intenciones con un cita de corte nacionalista del Papa Juan Pablo II. Casi ná. Afirma el fallecido Woytila: "Pero si los derechos de la nación  expresan las exigencias vitales de la particularidad, no es menos importante subrayar las exigencias de la universalidad, expresada a través de una fuerte conciencia de los deberes que unas naciones tienen con otras y con la humanidad entera". Somos los primeros, pero estamos dispuestos a entender el mundo, viene a decir el abajo firmante, que no es otro que el secretario general del PA, Julián Álvarez. Ya lo dice el canto autóctono: "Andalucía, por sí, por España y la Humanidad".

 

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