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SOLLOÍNA

La incomprensión

"Le dije (a Zapatero), quiero que te pongas en mi lugar, por favor, que sea tu niña la mía, y que me digas qué puedo contestarle. Y me dice: “En tu lugar me puedo poner, estoy ya en tu lugar, porque a mí me han matado a mi abuelo".

Y yo digo que cómo se puede comparar un abuelo que le matan en la guerra donde hay dos bandos y se matan los unos a los otros, con nosotros, que mi niña tenía doce años, que no estamos en guerra, ¡y que además no hemos matado a nadie! Bueno, pues hizo esa comparación, y yo me quedé de piedra. (...)

Me da mucha pena, porque no ha conocido a su abuelo y ese odio que siente hacia la gente, hacia todo el mundo en general, por la muerte de su abuelo, no sé cómo se lo han podido inyectar porque no ha conocido a su abuelo... Es que no lo entiendo, debe estar algo enfermo de odio..."

María Jesús González, madre de Irene Villa, en el programa de Carlos Herrera, Onda Cero.

No es la expresión más afortunada de Zapatero. Pero tampoco la de la señora González. Un sector de las víctimas del terrorismo, bien aleccionado desde las tribunas políticas de la más cerril derecha opositora, ha optado por contribuir a la crispación, al enfrentamiento partidario, a la manipulación. En el camino, corren el riesgo de encontrar el rechazo de parte de la sociedad a sus posiciones, de recibir la misma falta de respeto y consideración en que ellas pueden incurrir. El dolor de María Jesús, su vida amputada como el cuerpo de su hija adolescente, no tendrá nunca consuelo ni justicia. Por más que encierren a Parot, y a todos los de su calaña, y tiren la llave en cal viva. El sufrimiento no tiene reparación. Ni es fácil de hacer propio el día a día de esa existencia cruelmente mutilada. Queda la máxima ayuda, la mayor comprensión, el más decidido apoyo a sus necesidades de cualquier tipo. Pero los políticos están obligados a buscar salidas -que sólo pueden ser negociadas- a 40 años de salvaje terrorismo. Sin traicionar la memoria y la dignidad de las víctimas. Sin ser prisioneros de ellas tampoco. Desde la esperanza y el coraje para salvaguardar la libertad y los derechos de todos. Lo contrario será más muerte, más desgracia, más víctimas. 

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