Alea jacta est, RTVE
El Gobierno del PSOE pretende despedir a 3.133 trabajadores de RTVE, el 39% de los fijos e indefinidos (44 % si añadimos contratos por obra y artísticos). Habrá jubilaciones anticipadas -"en condiciones, coberturas y garantías económicamente dignas y socialmente aceptables"-, bajas incentivadas y recolocaciones. Es el plan (.pdf) que la Sepi, la Sociedad Española de Participaciones Industriales, dependiente del Ministerio de Economía, ha presentado hoy a los sindicatos, que se han negado a negociar la reducción de plantilla al considerar que, en realidad, supone "un desmantelamiento". Antes quieren debatir el modelo de radiotelevisión pública avanzado hace unos días. No hay detalles de la aplicación de ambos planes. Algún ejecutivo tendrá la letra pequeña en algún oscuro cajón, a la espera de que los publicistas establezcan las líneas maestras del convencimiento: en alguna cadena ya hablan de "saneamiento".
Los muchachos de ZP juegan a sus eufemismos manipuladores favoritos: aquellos que tratan de convencerte de que el asesinato es una de las bellas artes. Así, el secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda, que hizo carrera desde el invento de una organización agraria ugetista, dice que no nos despiden, sino que nos reestructuran para salvarnos. El diputado socialista Oscar López, de la Comisión de Control Parlamentario de RTVE, amenaza con hacernos "más fuertes" Sin anestesia. Ni pudor. Ya Martínez Robles, el de la Sepi, había hablado de "sostenibilidad" y "adecuación al mercado". Palabras tan queridas a los tecno-socialdemócratas que jamás se cuestionan sus sueldos, sus dietas, sus viajes, sus consejos de administración, y que, dejado el cargo, se entregan con renovado afán a la actividad privada que favorecieron desde lo público. Los mismos que, quizá cumpliendo las promesas de transparencia de ZP, filtran a periódicos conservadores datos más que cuostionables, cuando no falsos, sobre los costes de producción en RTVE.
El primer apoyo ha llegado desde el Partido Popular, que coincide con los sindicatos en la acusación de liquidación del Ente Público. Manda aquello que dijo Trillo. Los pirómanos de antaño vuelven como bomberos. Los que tanto daño hicieron a la credibilidad de la radiotelevisión pública, los que impideron a Mónica Ridruejo, primera directora general de la etapa de Aznar, independiente por poco tiempo, que llevara a cabo en 1996 el plan de viabilidad ya elaborado, los que repartieron prebendas, programas, tertulias (pasta, mucha pasta al fin: que indagen Urbaneja y otros pájaros) entre afines, allegados y votantes de diverso pelaje, pero de la misma canción.
Los sindicatos de RTVE han recordado estos días las promesas de Zapatero. Algunas por escrito. Como el programa electoral del PSOE. Todas hablan de la necesidad de mantener los medios públicos de comunicación: sus intalaciones y sus empleos. Pero ya lo han apuntado voces próximas a los socialistas: No les gusta RTVE, menos si es plural e independiente. Tienen el convencimiento de que ganaron el 14-M con el apoyo de Polanco frente a los Urdacis y otros acólitos de Aznar. Y creen que con eso les sobra. Con eso, que es mucho, y el creciente poder de las autonómicas, a las que no sanean, pese a acumular déficits alarmantes.
ZP, el optimista patológico, no puede arriesgar así su credibilidad. Aunque parece que para los trabajadores la suerte está echada.
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