Savater avisa a Zapatero
No existe una mágica fórmula política según la cual puedan estar simultánea e igualmente cómodos los partidarios de los derechos ciudadanos y los que piensan que los derechos son inherentes a los territorios, los que mantienen que el ser -es decir, la identidad étnica- cuenta más que el estar -o sea, la igualdad constitucional- y quienes opinan lo contrario, los que creen que sólo hay que abrir el estado de derecho por arriba, hacia la unidad europea, y los que desean desguazarlo por abajo, hacia las inacabables y legendarias "realidades nacionales" que vayan proponiéndose. Hay que elegir también aquí, como es preciso elegir entre educación confesional o laica, guerra preventiva o prevención de la guerra, asistencia social justa a quien padece cargas familiares extraordinarias o simple caridad privada, etc. A fin de cuentas, el final político de ETA no puede ser más que el refrendo de la Constitución, es decir, de las normas para la libertad de todos, o el refuerzo del nacionalismo obligatorio y omnicomprensivo que consigue en esta "nueva etapa" más privilegios. O lo uno o lo otro, pero todo a la vez y por igual, desde luego que no.
El alto el fuego permanente es una noticia excelente si lleva a que los militantes dejen ETA y acepten la legalidad; pero sería muy malo si determinase que es la legalidad la que debe reconocer a ETA. (...) Sin confianza no suele avanzarse, pero el exceso de confianza puede ser letal".
Fernando Savater, Cuidado, saleroso (en El País)
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