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SOLLOÍNA

Arte y Ciencia

Clase de Doctorado. Periodismo de precisión.
La joven profesora distribuye una fotocopia del lunes 2 de julio de 2001. Entrevista de Lucía Argos, en El País, a Philip Meyer, periodista de precisión y premio Pulitzer. “Intento convertir el periodismo en una ciencia”, titula, y destaca: “El periodismo está siendo invadido por las relaciones públicas, el entretenimiento y la publicidad”. La redactora sitúa la acción: Detroit, 1967. Cuenta que mientras los lectores estadounidenses se entregaban al periodismo literario de Tom Wolfe y Norman Mailer, entre otros, un grupo de reporteros locales iniciaban este género periodístico, que define como “imaginación + metodología de las ciencias sociales (análisis socioestadísticos y cruce de datos). Es la distancia entre el golpe de vista y la demostración científica”. Pero lo mejor aparece, como una iluminación, en el último párrafo. Meyer afirma: “Conforme el periodismo se acerca más al entretenimiento, la presión para contar mentiras es cada vez mayor. La situación es la siguiente: Aquí están todos estos tíos empujando al periodista hacia el arte y aquí estoy yo empujando hacia la ciencia”. Este hombre merece un respeto, a pesar de su despite final, cuando concluye: “…Y he venido a España a pediros ayuda”. ¡Al país de la opinión no sólo publicada sino gritada, espetada, ajada –de ajos-; dónde sobra arte y más que ciencia hay cienciología, política las más de las veces! Pobre hombre. Dio un curso, organizado por El País y la Autónoma de Madrid, y fuese. Si llegó a conocer nuestro periodismo más de cerca, es muy probable que no haya regresado. Con la falta que nos haría la precisión, incluso con mira telescópica. Porque vamos empeorando hasta límites agónicos.

(Reconocimiento: La foto de las mujeres chiíes haciendo cola para votar está tomada de Elástico.net).

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