Un crimen
Bombardear una aldea de Pakistán para matar al número dos de Al Qaeda es un crimen masivo, al margen de que caiga o no el objetivo. El colmo, aunque la CIA ya nos tiene acostumbrados tanto al asesinato como al ridículo, es que Al Zawahiri no estaba en el lugar atacado y sigue vivo. Y el odio hacia América se extiende por el mundo árabe. Con la misma falta de compasión y entendimiento con que Bush y sus ejectores actúan. Incluso en contra de los propios intereses e ideas que dicen defender.
Esta misma semana he rechazado ante devotos socialdemócratas las palabras del pensador francés y eurodiputado socialista, Sami Nair, quien ha dicho en Sevilla, en la clausura de los "Diálogos de las civilizaciones y reparto de las modernidades", que la sociedad estadounidense es más fundamentalista que muchas de las musulmanas, "ya que el 90 por ciento de la población comparte las mismas ideas religiosas", comparó este fundamentalismo con el islámico y defendió la democracia como solución al integrismo. No son sociedades equiparables, la norteamericana o la europea y la saudí o la marroquí o la indonesia, por ejemplo. No pueden serlo territorios que respetan el sufragio universal y los derechos humanos y la libertad de prensa con las tiranías religiosas y/o militares que gobiernan en tantos de los países árabes.
Tampoco creo que la democracia contribuya a frenar el integrismo. Lo desmienten casos como el triunfo electoral del FIS en Argelia, segado por un golpe de Estado, las limitaciones a los fundamentalistas en los comicios de Marruecos, la defenestración de los candidatos renovadores en Irán, el riesgo de una victoria chií en Irak... Combatan el integrismo interior expulsando la superstición, también la católica, con educación, ciencia, progreso, desarrollo y, claro, votos y democracia. Combatan el terrorismo con vigilancia, defensa, inteligencia, dentro del respeto a las leyes internacionales. No con la masacre de indefensos civiles. Porque entonces manchamos de sangre nuestra propia democracia y nuestros propios derechos.
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Álvaro -