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SOLLOÍNA

Guerra y el andalucismo

Hay quien mantiene que regresa el viejo guerrismo en defensa de la unidad (socialista) de la Patria. Su líder no pierde ocasión de expresar sus recelos sobre las reformas de los estatutos de autonomía, impulsadas por Zapatero. Uno de sus últimos alegatos ha tenido de fondo Andalucía y los cambios de su norma fundamental, donde a los ataques identitarios suceden, sorprendentemente, las crisis agudas de catalanitis, en un infantil juego de "culo veo, culo quiero". Mientras aquí se debate sobre "realidad nacional" o "nación". Dice Alfonso Guerra en una reciente entrevista a la Agencia EFE:

«Hay más andalucistas que andaluces en la política» mientras que en la sociedad «hay más andaluces que andalucistas», lo que genera «un divorcio entre los ciudadanos y los políticos, que propicia la aparición de figuras mesiánicas». «Eso no es bueno para Andalucía, que es la región más universal de España, la que tiene el carácter más acusado, más que el País Vasco, Cataluña y Galicia». Eso no se puede «despilfarrar con folclorismo andalucista». Los ciudadanos de esta Comunidad se sienten «muy andaluces y muy españoles, no tienen problemas como en otros lugares», pero «algunos están en una teoría un poco folclórica», agregó en alusión a la polémica suscitada en torno a la definición de la Comunidad en el nuevo Estatuto.

Palabra de quien asegura, aliviado: "He sobrevivido al Estatuto". Al catalán, claro. Y, pese a todo, votó a favor. Quizá por disciplina de partido y desde su cargo de presidente de la Comisión Constitucional del Congreso.

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