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SOLLOÍNA

4 segundos

Dijo Woody Allen que el cerebro era su segundo órgano favorito.

Mi tercero sería el corazón.

No por razones sentimentales, sino por ese pálpito contante, su bombeo preciso, su imagen de motor perfecto.

Hasta que llega un cardiólogo y te dice: "Este Holster asusta. Tienes un latido con pausas de hasta cuatro segundos". Y te añade una retahila de precauciones y nuevas pruebas que sólo suman inquietudes a lo que había sido un magnífico tercer órgano favorito, tan lejos de los riesgos del infarto al uso, tan pausado frente a las incontinencias de los otros dos.

Todo cuando todavía humea el purillo entre los dedos. Y hay quien te reprocha volver a fumar; con moderación, replico sin convencimiento. Habrá que planteárselo de nuevo. Pero con tres órganos -favoritos- dislocados y una garganta que nunca sirvió para cantar, déjenme que alivie el humo y los malos humores.

(Volver a fumar: ruego disculpas a cuantos, hace cinco años, alabaron mi decisión y el consiguiente coraje de apagar el último Ducados un 1 de abril a las 17.00 horas y pocos segundos. Quizá cuatro, esos en que el corazón suspira o se esconde, según los días).

 

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