Fiestas
La sufrida briega entre javatos jabatos, aplastado bajo neones grises, a la búsqueda de juguetes que tambien vienen de oriente. Afuera ventea y llueve. Miles nos resguardamos entre objetos con la húmeda carta a los Reyes Magos aún en la memoria.
- Si a mi no me gustan los niños, resoplo en el mostrador.
- Son tus sobrinos, casi nietos, dice ella por hugar en otra herida desvencijada a casi una semana del cumpleaños.
Cargado como si huyera con un fastuoso botín, blandiendo el paragüas como espada, esquivo a la turba camino del aparcamiento. Ese coche, carne de atasco, es el último refugio de un hombre mayor que guerrea contra el tiempo.
Y aún me quedan regalos por comprar.
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