Filipinas, periodistas al fondo
Imagine usted lo inimaginable: tener que pagar con la vida por haber escrito un artículo o tomado un fotografía. Porque resultó ofensivo para alguien, o porque se tocó un tema delicado. (De la Asociación Mundial de Periódicos)
Filipinas es el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo, con 69 profesionales muertos de forma violenta desde que el país instauró la democracia en 1986, cinco de ellos en lo que va de año. Hay diferencias en las cifras, pero el dictamen es el mismo sea Reporteros sin frontera o el Comité para la Protección de los Periodistas . El último asesinato se produjo la semana pasada en el norte del país, cuando un redactor recién había terminado la edición de un periódico comunal en el que se acusaba de corrupción al alcalde.
Ante el dolor y el clamor del gremio agredido, al fin se han reunido Gobierno, Policía, Medios de Comunicación y otros sectores sociales. La Administración filipina creará un Fondo para una Prensa Libre, dotado con cinco millones de pesos (92.500 dólares). Se destinarán a recompensar a quienes ayuden a arrestar a sospechosos de los asesinatos de periodistas, a proteger a testigos -algunos de los cuales han sido también asesinados-, y a crear un Equipo de Reacción Rápida para actuar ante los incidentes violentos que afecten a la Prensa.
Según informa Virginia Hebrero para la Agencia Efe, la presidenta, Gloria Macapagal Arroyo, dice ahora que no descansará hasta llevar ante la justicia a los asesinos y ha pedido al Gobierno una actuación decidida. El presidente del Congreso, José de Venecia, afirmó que el continuo asalto contra la prensa en Filipinas ha sido señalado por la comunidad internacional y nos ha dado una mala imagen ( ) Pero lo más importante es que debemos hacer algo con estos asesinatos, porque sus autores sienten que pueden seguir adelante con sus crímenes porque no les pasará nada en ningún caso.
Los profesionales recelan y tienen muy claro donde hay que centrar las investigaciones. La Unión Nacional de Periodistas de Filipinas (NUJP, en inglés), considera la creación del fondo un primer paso y se congratula de que, al menos, el Gobierno haya reconocido la situación de crisis. En un comunicado asegura que las víctimas fueron asesinadas por individuos o grupos poderosos y muy ricos relacionados con el crimen y la corrupción. La NUJP ya pidió el viernes en otro documento la intervención de la presidenta de Filipinas para atajar la campaña de calumnias contra los profesionales procedente del Ejército. Altos responsables de las Fuerzas Armadas habían calificado a los periodistas de enemigos del Estado y los incluyeron en una lista negra. El jefe de un distrito militar señaló que un grupo comunista clandestino controla la NUJP. El propio ministro del Interior, Angelo Reyes, ha lamentado que la prensa no dedique la misma atención a las muertes de soldados y policías que a las de los reporteros.
Ahí está el tumor, y no hay Fondo que lo ataje sino lo ordena la Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas filipinas. Suponiendo que le hagan caso. Pero es preciso intervenir, presionar, denunciar el genocidio de los periodistas de ese país. Así lo revela el estremecedor relato "Yo ando armado", de Jose Torres Jr., redactor jefe de abs-cbnNEWS.com, miembro del Centro por la Libertad y Responsabilidad de los Medios en Manila y director del Sindicato Nacional de Periodistas de las Filipinas. Concluye este artículo para la Asociación Mundial de Periódicos:
Algo anda terriblemente mal. Pero en las Filipinas, donde un alto funcionario de la policía admitió que le hierve la sangre cada vez que ve a un periodista, nada parece funcionar como debería. Sin embargo, una cosa es segura: a pesar de los asesinatos y las intimidaciones, los periodistas filipinos siguen ejerciendo su oficio. Lamentablemente, algunos de ellos están desesperados. No existe ya un terreno intermedio para los periodistas, dijo un reportero. O uno se corrompe, o pierde la vida.
(Ilustración del dibujante francés Michel Cambon)
Filipinas es el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo, con 69 profesionales muertos de forma violenta desde que el país instauró la democracia en 1986, cinco de ellos en lo que va de año. Hay diferencias en las cifras, pero el dictamen es el mismo sea Reporteros sin frontera o el Comité para la Protección de los Periodistas . El último asesinato se produjo la semana pasada en el norte del país, cuando un redactor recién había terminado la edición de un periódico comunal en el que se acusaba de corrupción al alcalde.
Ante el dolor y el clamor del gremio agredido, al fin se han reunido Gobierno, Policía, Medios de Comunicación y otros sectores sociales. La Administración filipina creará un Fondo para una Prensa Libre, dotado con cinco millones de pesos (92.500 dólares). Se destinarán a recompensar a quienes ayuden a arrestar a sospechosos de los asesinatos de periodistas, a proteger a testigos -algunos de los cuales han sido también asesinados-, y a crear un Equipo de Reacción Rápida para actuar ante los incidentes violentos que afecten a la Prensa.
Según informa Virginia Hebrero para la Agencia Efe, la presidenta, Gloria Macapagal Arroyo, dice ahora que no descansará hasta llevar ante la justicia a los asesinos y ha pedido al Gobierno una actuación decidida. El presidente del Congreso, José de Venecia, afirmó que el continuo asalto contra la prensa en Filipinas ha sido señalado por la comunidad internacional y nos ha dado una mala imagen ( ) Pero lo más importante es que debemos hacer algo con estos asesinatos, porque sus autores sienten que pueden seguir adelante con sus crímenes porque no les pasará nada en ningún caso.
Los profesionales recelan y tienen muy claro donde hay que centrar las investigaciones. La Unión Nacional de Periodistas de Filipinas (NUJP, en inglés), considera la creación del fondo un primer paso y se congratula de que, al menos, el Gobierno haya reconocido la situación de crisis. En un comunicado asegura que las víctimas fueron asesinadas por individuos o grupos poderosos y muy ricos relacionados con el crimen y la corrupción. La NUJP ya pidió el viernes en otro documento la intervención de la presidenta de Filipinas para atajar la campaña de calumnias contra los profesionales procedente del Ejército. Altos responsables de las Fuerzas Armadas habían calificado a los periodistas de enemigos del Estado y los incluyeron en una lista negra. El jefe de un distrito militar señaló que un grupo comunista clandestino controla la NUJP. El propio ministro del Interior, Angelo Reyes, ha lamentado que la prensa no dedique la misma atención a las muertes de soldados y policías que a las de los reporteros.
Ahí está el tumor, y no hay Fondo que lo ataje sino lo ordena la Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas filipinas. Suponiendo que le hagan caso. Pero es preciso intervenir, presionar, denunciar el genocidio de los periodistas de ese país. Así lo revela el estremecedor relato "Yo ando armado", de Jose Torres Jr., redactor jefe de abs-cbnNEWS.com, miembro del Centro por la Libertad y Responsabilidad de los Medios en Manila y director del Sindicato Nacional de Periodistas de las Filipinas. Concluye este artículo para la Asociación Mundial de Periódicos:
Algo anda terriblemente mal. Pero en las Filipinas, donde un alto funcionario de la policía admitió que le hierve la sangre cada vez que ve a un periodista, nada parece funcionar como debería. Sin embargo, una cosa es segura: a pesar de los asesinatos y las intimidaciones, los periodistas filipinos siguen ejerciendo su oficio. Lamentablemente, algunos de ellos están desesperados. No existe ya un terreno intermedio para los periodistas, dijo un reportero. O uno se corrompe, o pierde la vida.
(Ilustración del dibujante francés Michel Cambon)
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