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SOLLOÍNA

"Rbt bacalao"

- Perdona, ¿qué tapa es esa? La penúltima.

- Revuelto de bacalao, responde atento el camarero.

... Y uno confirma, otra vez, los estragos de la ESO.

(Para desengrasar de tanta muerte).

Suicidas

Hasta cuatro suicidios han sacudido en la última semana la tranquila vida de LPyV, Los Palacios y Villafranca en los mapas. Se suman a otros tantos de hace unos meses. Carezco de estadísticas, desconozco si son muchos o pocos en comparación con cualquier otra fecha anterior o con otros municipios. Pero parecen demasiados para una población que ronda los 35.000 habitantes. Dicen en el pueblo que las autoridades sanitarias se han alarmado y han comenzado a estudiar el asunto.

Esta es una villa pacífica, de fuertes raíces rurales, con una alta tasa de paro por la caída de la construcción, paliada en parte gracias a la economía sumergida y los vínculos familiares. No hay conflictos sociales ni aparentes causas externas que expliquen la sucesión de suicidios. Es más, multitud de niños y adolescentes pueblan sus calles. Aseguran que somos el segundo municipio de Andalucía con mayor porcentaje de población joven. Hay quien tira de humor y achaca al "agua que bebemos" tal cantidad de natalicios. De los suicidios se habla menos, salvo para recordar algún infortunio del finado. Por el pueblo corre el bulo, atribuido a algún experto policial aficionado, de que por cada suicida han de caer otros siete. Como si un alucinado pantocrátor desconocido hubiera de saciar su venganza sobre los débiles o los locos o los atrevidos. Porque la gente busca razones a lo que quizá sólo sea un trastorno mental -quizá pasajero, pero sin retorno- o medioambiental, como explicó Durkheim

A los periodistas nos enseñan y nos imponen después (no hay Manual de Estilo que no lo establezca como verdad científica) el mantra de que de los suicidios no se informa. Temen que la atractiva imitación lleve a otros a quitarse la vida. Menos cuando el muerto es una personalidad y entonces ocupa páginas de huecos por qués. Lo ha analizado Arcadi Espada, uno de los intelectuales españoles que más se ha preocupado del fenómeno:

"El periódico, siguiendo el comportamiento de la mayoría de medios, no considera que el suicidio sea noticia. Es decir, no lo equipara al asesinato, que es a lo que habría de equipararlo, si el periódico tuviera una mirada racional y no meramente judeocristiana sobre el asunto. El suicidio es una acto violento contra la vida, y no deja de serlo porque se trate de la vida propia. Su lugar informativo debe ser el mismo de cualquier otro acto violento. Aún más: el suicidio es un importante problema social, quizá el más importante de cuantos se silencian. Entre las peregrinas razones de cuantos se oponen a su difusión se alude al contagio de muerte, extremo no probado científicamente, y ya desechado por Durkheim. Pero que, en cualquier caso, no puede ser defendido por el periodismo sin que se le caiga la cara de vergüenza: ningún periódico silencia el suicidio de las personas famosas (ni siquiera el de los que se hacen famosos porque se suicidan, como en el caso de la desdichada hermana de la Princesa de Asturias), y no hay duda de que los suicidios de personas famosas son los que, en la verificación de la hipótesis, poseerían mayor capacidad de contagio".

En otro post más reciente, Espada matiza sobre el riesgo de contagio y llega a pedir una actuación similar a la emprendida contra los accidentes de tráfico con notable éxito.

"Los estudios más sensatos niegan esa relación mecánica aunque admiten la posibilidad de que determinados suicidios contribuyan a desencadenar en torno a ellos unas decisiones trágicas que tal vez se habrían producido igualmente, aunque más separadas en el tiempo. De todos modos la capacidad de proponer conductas se extiende sobre cualquier otra de las que diariamente los medios describen. Hasta confundirse con la vida, que es pura e idéntica imitación.

Las estadísticas sobre el suicidio son aún menos fiables que las convencionales. Y en cuanto a las razones del hecho hay aún muchos misterios científicos. Pero creo que la comunidad española, como otras, está empezando a rebelarse contra la tremenda evidencia de que cada año miles de personas mueran por su propia mano. La comunidad empieza a creer que debería hacerse algo para tratar de reducir esa cuota de muerte. La comunidad, o quizá sea sólo mi yo con ínfulas, no suele observar el suicidio como un acto de libertad suprema sino como una exigencia más de la peor tiranía, que es la muerte".

No hay explicación, por ahora, al hecho simple y dramático de que alguien decida suicidarse. Sin obviar los laboriosos procedimientos que requiere la horca o el largo y meditado paseo hasta el puente de una autopista a las afueras. Y todo para rendirse a "la peor tiranía"... 

Esperando a Canetti

"Di tus cosas más personales, dilas, es lo único que importa, no te avergüences, las generales están en el periódico".

El autor de Masa y poder citado por Savater en la reseña del Libro de los muertos. Apuntes 1942-1988, recién publicado por Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores, en el que reflexiona contra la muerte. He aquí algunos pensamientos adelantados por Babelia (El País):

"El currículo antes, el currículo después de la muerte".

"¡Oh, edad, edad!, ¿habrías muerto con más esperanza antes?"

"La mariposa como fantasma de la oruga".

"El derecho a hacer que regrese un muerto, uno solo".

"Idea de que todo es demasiado tarde. ¿También la muerte?" -

"Tantos mitos que quedan por leer ¿lo ayudarán a conseguir una prórroga?"

"Más repugnante que la muerte es para él la sumisión a ella, todas".

"Él pidió una prórroga a Dios. Éste le dio una hora".

Lo que quieres oír

" -Te oigo hablar y no te conozco.

  - No estoy aquí para decirte lo que quieres oír".

Antonio Muñoz Molina, La noche de los tiempos.

Ese diálogo refleja fielmente algunas de las sensaciones que me produjo la lectura de esta novela, tan alejada de falsos maniqueísmos. Muñoz Molina recrea una República agonizante entre la pusilanimidad distante de Moreno Villa y el vitalismo pesimista de Juan Negrín, acosada por desesperados, extremistas y asesinos; con un arquitecto -Abel Infante, Ignacio Abel- de buena posición, ilustrado y socialista, que huye del Madrid enloquecido y brutal de los primeros meses de la Guerra Civil y busca desesperanzado en su exilio estadounidense a una joven norteamericana que fue su amante en aquella convulsión virulenta.

La certeza de que lo precario puede ser definitivo: "Ahora hemos aprendido que hay cosas que nos están sucediendo por última vez; que no hay despedida casual que no pueda ser para siempre".  Para concluir: "Entre el sueño y la conciencia las imágenes se disuelven sin llegar a formarse el todo y la frontera entre el recuerdo y la imaginación es tan fluida como la que une y separa los cuerpos cobijados en un abrazo hecho por igual de cansancio y deseo".   

Sólo echo de menos la petición de otra víctima, Miguel Hernández: "Tened presente el hambre".

P.D.- Corrección del nombre del protagonista de la novela tras advertencia de Álvaro Romero en "Comentarios".

Volver a Egea

"O me habré de morir a cada instante

para saldar el brillo de esos ojos

tan extraños o grandes y asesinos".

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"Hoy le escribo otra vez.

Sus señas ya no me importan.

 ¿Acaso no es lo mismo Calle del Beso, 10

o Calle de la Muerte, casa sola?".

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“Lo terrible no es la calle sola,
el andén como un reto,
los trenes que perdimos.

Lo terrible no es ni siquiera el dolor.

Lo que duele terribe y zarandea
es que ya sólo queda
recurrir a la vida por tus propios ojos
que son una distancia casi absurda,
que son un túnel negro de esperanza”.

Javier Egea, Paseo de los tristes.

 

"El exilio de las alas"

"El exilio de las alas"

Presentación, Casa de la Cultura

Los Palacios y Villafranca, 18 de abril 2010

Presentamos esta noche el poemario El exilio de las alas, de nuestro paisano Manuel Bernal Romero. Fue a finales de enero cuando Manolo me invitó a presentar el libro. Luego nos hemos comunicado por correo electrónico, ese artilugio que prácticamente ha acabado con el añejo género epistolar. Desde el principio no pude sustraerme al recuerdo de “Por la ventana”. Una sensación que se fue acrecentando a medida que conocía nuevos datos de esta obra. Por ejemplo, que fue escrita en la década de 1980. 

 

Los más jóvenes, u olvidadizos, no recordarán qué fue “Por la ventana”. Permítanme que evoque aquella aventura, importante también para entender este poemario que damos a conocer hoy. Fue en 1978 cuando un grupo de siete palaciegos decidimos reunir en un volumen nuestra incipiente obra poética. Estábamos María del Carmen Ayala, Paco Caballero, Alberto Cabello, Manuel de Fora, Claudio Maestre, ambos aquí presente, Manolo Bernal y un servidor. La portada era un dibujo de Ángeles. Perdonádme, pero he sido incapaz de recordar su apellido. El libro lo editamos como Grupo L.P., lo que da idea de nuestra intención de perdurar como colectivo generacional. Lo imprimió Gráficas Los Palacios con su número de ISBN, que es la base de datos de los libros editados en España, y de Depósito Legal.

 

En una época en que todo eran panfletos más o menos ilegales, escritos a máquina copiados con papel carbón o fotocopias mal grapadas, nosotros éramos gente seria, desde luego. Y queríamos hacer un libro serio, que dejara constancia para la posteridad de nuestros trabajos. Con todas las de la ley. A veinte duros el ejemplar, cien pesetas de las de entonces. Hablamos de la presentación en sociedad del colectivo de poetas locales y aquello merecía el esfuerzo.

 

Porque entonces, recuerdo que hablo de 1978, nos jugábamos construir un país nuevo, una sociedad nueva, la transformación de un mundo oscuro. Y todo, o casi todo, era trascendente. Entonces, como nos enseñó Gabriel Celaya, la poesía era un arma cargada de futuro. Y nosotros éramos unos jóvenes esperanzados, con un compromiso radical en la fuerza del verso, de cada verso; y una confianza hercúlea en su capacidad de cambio íntimo e histórico. En el breve prólogo de “Por la ventana”, Alberto Cabello proclamaba: “En un tiempo en que, ante los problemas y la herida continua, lo más usual es la reacción airada, el insulto o cualquier otra reacción violenta, la poesía es una noble respuesta. Y tiene que ser atendida”.

 

Sorprendentemente, ese mensaje tiene hoy una vigencia absoluta y deben recordarlo cuando abran “El exilio de las alas”. Andando el tiempo, menos fortuna tuvo otra frase de aquella introducción; la que decía de aquellos autores que “todos tenemos en común el uso de la palabra escrita con una cierta permanencia”. Aunque intuyo que la mayoría, de una forma u otra, mantiene esa necesidad de expresión, de los siete, sólo tengo constancia de que hayan mantenido el pulso dos: Maricarmen Ayala, que sigue publicando, y Manolo Bernal, que me confesaba que sigue escribiendo poesía “para guardarla y esperar a que pase el tiempo. Si sobrevive, pues igual sirve para algo. Y si no, pues al olvido, que tampoco pasa nada”.

 

Cabe pensar que pasará algo. Como lo demuestra este libro. Escrito entre 1980 y 1987, cuando Manolo aún vivía en nuestro pueblo, ha crecido en la espera hasta devolvernos a un poeta veinteañero y ya maduro; que todavía indaga los misterios del lenguaje en los maestros de las generaciones del 98 y del 27, de Machado a Aleixandre, y que ya inicia la búsqueda de una expresión propia.

 

Si me he demorado antes en las resonancias de “Por la ventana” es porque considero que, de alguna forma, su eco late todavía en esta nueva-vieja obra de Manolo. No es sólo la secuencia temporal del poemario, del 78 al 80-87, sino una elección de referentes poéticos y, sobre todo, una vocación de estilo, junto a un compromiso social, que es la vez una obligación moral. Desde esa atalaya ineludible elevará versos certeros: “Una mirada y una palabra sostienen mis alas”. O “Tu sangre y la mía unidas como en un río”.

 

También hará suyos los versos machadianos “Yo no digo mi canción / sino a quien conmigo va”. Ya en aquel libro colectivo Manolo dedicó un poema a sus abuelos, “Vosotros, la eterna caracola donde duermen mis pajaritas de papel”, en el que priman la pérdida de la infancia y el afán de entender de un adolescente que aspiraba a aprehender el mundo. Y son estos mismos abuelos, hermanados con don Antonio Machado, los que trasminan por “El exilio de las alas”. Es como si nuestro autor fundiera el extrañamiento interno de los que sufrieron aquí una guerra salvaje genocida y una dictadura atroz con los desterrados que anhelaban una paz y una libertad y una justicia imposibles dentro y fuera de nuestras fronteras.

Sobre ese exilio ha escrito el catedrático Jordi Gracia: “Están saliendo de España en la pura desdicha (...) Están saliendo tan angustiosamente porque no han  podido oponer la fuerza de la razón a la fuerza militar del vencedor”. Y añade: “Pero la desdicha es también el sentimiento que prevalece entre quienes padecen la derrota aquí, sin salir de España”.

A esa desdicha, a esa angustia, a esa derrota compartida, Manolo opone la razón... y la poesía. Lo hace, por ejemplo, en el poema 25, que encabeza el último verso que escribió Machado, aquel que dice “Estos días azules y este sol de la infancia”. Allí nuestro autor se pregunta por el mañana, para responderse con desolación: “Mañana los gallos azules pararán el tiempo. / Se hablará del silencio: / Río de brazos, labios, lágrimas y ausencias”.

 

Entre poderosas metáforas, el poeta nos seduce y nos golpea. Y nos habla de alas que duelen, de infancias perdidas, de deseo carnal, de esperas que son implícitas esperanzas, de destierros personales y colectivos, de casas vacías pobladas por huéspedes que no podrán abandonarlas, de ausencias que siguen “siendo luz y solo luz”.

 

Para soñar “si los niños del aire (que ya casi no cantan) volvieran...”. Para sobreponerse al olvido “amaso entre mis ojos y mis manos un sueño”, nos dice. Y uno cree intuir que es aquel sueño que germina en ese verso postrero de Machado, aquel que le encontró su hermano José en el gabán el día de su muerte, garabateado con letra temblorosa en un papel arrugado, aquel que hemos citado: “Estos días azules y este sol de la infancia”. La infancia y el sueño recobrados. Los de don Antonio y los de nuestro poeta y amigo. Ya sin drama ni exilio ni ausencias.

 

Es el anhelo que late en estos 30 poemas que concluyen en un “Punto y seguido”. Esa aspiración de continuidad nos hace albergar la esperanza de que Manolo tiene “los versos a punto siempre”, como escribe en este último texto, y es probable, así lo deseamos, que vuelva a publicar más temprano que tarde, como ya hizo en 2006 con “Las canciones del paraíso”.

Hasta entonces le seguiremos en sus otras ocupaciones, todas ellas vinculadas al mundo de la enseñanza, la comunicación y la literatura. Porque Manolo se ha forjado una sólida carrera intelectual. Es Graduado Social, licenciado en la rama de Periodismo de Ciencias de la Información y profesor de Lengua y Literatura. Actualmente  trabaja como asesor del área lingüística del  Centro del Profesorado de Jerez de la Frontera, donde reside.

 

Ha publicado libros de relatos, como “Mártires de la tiza” o “Felicidad, nombre de mujer”, artículos sobre crítica e historia literaria, trabajos de investigación sobre las generaciones del 98 y del 27 y la Exposición Iberoamericana de 1929 de Sevilla, ha colaborado o colabora en prestigiosas revistas políticas, como Cambio 16, o literarias, como Campo de Agramante, así como en periódicos de la relevancia de Diario de Sevilla o El Correo de Andalucía.

 

Este año tiene previsto publicar varios libros, entre los que destacaría el ensayo “El propósito de ser. La verdadera historia del nacimiento del grupo literario del 27”, que indaga en la génesis sevillana del colectivo que forjó la edad de plata de la literatura española. Manolo mantiene una activa presencia en Internet como bloguero y como coordinador y codirector de la publicación digital Depalique intercentros, un proyecto de periodismo ciudadano hecho desde centros educativos andaluces.

Y todavía tiene tiempo para dedicarse a la literatura infantil y juvenil, con el fin -familiar, supongo- de entretener y animar a la lectura a sus cuatro hijos, dos mellizos y dos mellizas. Nos anuncia que cuatro de sus cuentos –ilustrados por jóvenes dibujantes- verán la luz en breve.

Es un trabajo prolífico en el que, a buen seguro, Manolo siempre encuentra la pausa necesaria para volver a la poesía, esa forma de expresión única, consoladora y salvífica, que nos redime y nos ayuda a entender y explicarnos la azarosa vida. Es lo que hace “El exilio de las alas”.

Verán, yo no soy crítico literario ni profesor de estas lides ni siquiera ya poeta aficionado. Mis lecturas son un revoltillo de elecciones personales, de necesidades y gustos momentáneos. Desde esa falta de autoridad académica, pero también desde un profundo convencimiento, os invito a leer esta obra.

Primero, para que, como dice la dedicatoria del libro, el exilio permanente de don Antonio Machado no sea eterno, y por “los que murieron lejos de nuestra patria pensando que la República no sería un sueño”. Segundo, porque, entre tanta palabrería al uso, estamos faltos de voces alertas, críticas, rebeldes, humanistas en el amplio sentido del término. Y tercero, porque Manolo es un magnífico poeta y escritor que merece todo nuestro apoyo, y el mejor respaldo para un autor es la lectura de su obra.

Termino con otra dedicatoria, la del ejemplar que me hizo llegar Manolo, y donde apuntaba: “En recuerdo de aquellos días en los que imaginábamos un mundo diferente, y creíamos que era posible cambiarlo a base de versos y de poesía. Por aquellos recitales en los que me estrené en tu compañía en el salón de actos de la Biblioteca. Ya ves, el tiempo pasa y la poesía permanece. Por la amistad”.

Por la poesía y por la amistad.

Que así sea. Muchas gracias.

Acta

Esta desidía mía,

tan próxima a la muerte,

que al fin

acabará con todo.

Bullshit

"Un escritor ha de poseer un detector innato de palabrería. De boludeces, dice una traducción argentina de bullshit; de pendejadas, dice una traducción mexicana, que sugiere de paso la variante española: gilipolleces".

Tantas palabras, Antonio Muñoz Molina.

Extendámolo a la vida misma.

Un escéptico

que piensa que la vida no tiene sentido

y que lucha cada día por/contra no sabe muy bien qué.

Forofofón

Le tomo el título a Gonzalo Hidalgo Bayal, quien escribió debajo: "El periodista deportivo: hincha profesional".

Viene a cuento (aunque en este blog hay poco fútbol -y a veces no es por falta de ganas con lo que uno lee por ahí-, porque uno es del Sevilla y punto: de ahí que nunca haya querido hacer Deportes en la radio) del codazo del megagaláctico Cristiano Ronaldo, la rotura de nariz de un desconocido jugador del Málaga y la sanción, dos partidos, impuesta hoy.

No voy a perder mucho tiempo. Desde 2005 un activo sevillista, Jesús Alvarado, mantiene un blog sobre nuestro común equipo, que le ha deparado enfrentamientos diarios con "el grupo de papafritas del supuesto periodismo deportivo sevillano" y epítetos como talibán, por su defensa a ultranza de lo obvio.

Me interesa lo que cuenta Jesús, incluso sus atinadas lecturas (que no todo es redondo, aunque sí blanquirrojo). Pero sobre todo su sección Va a ser que no, en la que desmenuza las trapacerías y manipulaciones de los medios deportivos. A su modo y manera, me recuerda al Arcadi Espada de Diarios. Su último post, a propósito del divo portugués y  de Alfredo Relaño, director del AS, es antológico. Leánlo.  

Gil de Biedma

Mi (post) Adolescente, joven ninfa, ya trastea con el poeta barcelonés, dríade apasionado. Coincide su examen con el exabrupto cinematográfico. De aquellos polvos estos lodos. Y el poema del comentario de texto, tan de ahora:

 

NOCHE TRISTE DE OCTUBRE, 1959 

A Juan Marsé 


Definitivamente 
parece confirmarse que este invierno 
que viene, será duro. 

Adelantaron 
las lluvias, y el Gobierno, 
reunido en consejo de ministros, 
no se sabe si estudia a estas horas 
el subsidio de paro 
o el derecho al despido, 
o si sencillamente, aislado en un océano, 
se limita a esperar que la tormenta pase 
y llegue el día, el día en que, por fin, 
las cosas dejen de venir mal dadas. 

En la noche de octubre, 
mientras leo entre líneas el periódico, 
me he parado a escuchar el latido 
del silencio en mi cuarto, las conversaciones 
de los vecinos acostándose, 
todos esos rumores 
que recobran de pronto una vida 
y un significado propio, misterioso. 

Y he pensado en los miles de seres humanos, 
hombres y mujeres que en este mismo instante, 
con el primer escalofrío, 
han vuelto a preguntarse por sus preocupaciones, 
por su fatiga anticipada, 
por su ansiedad para este invierno, 

mientras que afuera llueve. 
Por todo el litoral de Cataluña llueve 
con verdadera crueldad, con humo y nubes bajas, 
ennegreciendo muros, 
goteando fábricas, filtrándose 
en los talleres mal iluminados. 
Y el agua arrastra hacia la mar semillas 
incipientes, mezcladas en el barro, 
árboles, zapatos cojos, utensilios 
abandonados y revuelto todo 
con las primeras Letras protestadas. 

Abantal

Una delicia con estrella Michelín en el centro de Sevilla.

Feliz aniversario

... a la sombra de la toga.

Rec del día después:

Igual no quise escribir "Abantar", sino avatar, pero la selección de vinos nubló mi escaso pulso.

Ínterin

El olor afilado del hospital en la impaciente espera.

La sombra del bisturí sobre la pared blanca.

El mundo recobrado, sala del despertar, regreso de lo ignoto.

La metódica explicación del eficiente cirujano.

La camilla, la habitación, el suero, las voces.

Y la charla distendida, anestesia del dolor y el miedo.  

¿Y los de 49?

"La amiga [suicidada] de mi médico acababa de cumplir los 50. La combinación de la Navidad y el medio siglo sólo hace que estimular los efectos dañinos de uno y de lo otro, como algunos medicamentos. Las dos circunstancias, en cualquier caso, sufren de lo mismo, que es la carga del pasado. Literariamente hablando, el suicidio no deja de ser una airada forma de protegerlo".

Estimado Arcadi, ¿qué hacemos al filo de lo (im)posible cuando amenaza incluso el futuro?

Y aún así, sea una vez más,

Felices Fiestas.

 

 

Fuera de la ley

Este blog no está amparado por la libertad de expresión que consagra la Constitución Española de 1978, según la sentencia del titular del Juzgado de lo Penal número 16 de Madrid, Ricardo Rodríguez Fernández, que condena a penas de cárcel e inhabilitación al director de la Cadena SER, Daniel Anido, y al jefe de informativos, Rodolfo Irago.

Escribe el hombre: "La protección constitucional al derecho a la información se refiere a los medios de comunicación social (televisión, radio o prensa escrita) pero, debe matizarse, Internet no es un medio de comunicación social en sentido estricto, sino universal".

¿Cómo es posible que un juez, en vez de aplicar la ley, se meta a estudioso de la Cosa? ¿En qué garito de Google se habrá documentado esta criatura? ¿Qué preclara mente discierne con tan extrema exactitud la matización entre comunicación social y comunicación universal? Y, sobre todo, ¿cómo es posible que te condenen así y por eso en la democrática España?

Mi solidaridad con Anido e Irago.

Volar alto

Volar alto

El ejecutivo no entiende cómo los consumidores han comprado billetes. "Si hubiese visto esta situación desde fuera, no hubiese elegido a Air Comet para volar a ningún sitio". (El Mundo; foto de Sergio González).

El ejecutivo es Gerardo Díaz Ferrán, copropietario de la línea aérea y presidente de la CEOE, la confederación de empresarios española. No hubiese elegido su propia compañía, la misma que se ha anunciado durante meses en programas tan populares como Carrusel Deportivo, de la Ser, con Pepe Domingo Castaño animando a volar alto y lejos.

Tanto como deberían estar algunos empresarios. O eso, al menos, deben de pensar sus 640 empleados y los 7.000 viajeros que se habían creído la publicidad de una compañía en la que su dueño no hubiese volado a ningún sitio.

Al final, la broma saldrá por seis millones de euros al erario público. Y es que hay empresarios tan liberales, tan de reforma laboral, tan de despido libre, tan de tantan, que siempre terminan con el cazo puesto a la puerta de Papá Estado, institución que, of course, debe estar al servicio de la libertad de empresa y no de esos ciudadanos que corren, inconscientes, detrás de la primera oferta que ven en cualquier escaparate. Y que su propietario, of course, nunca compraría.  

Patria (II)

Patria (II)

Sólo una madre puede guardar y descubrir estos tesoros. Una madre y una limpieza casual y a fondo. Es mi último carné. Desde los 3 a los 15 años fui al Sánchez Pizjuán cada domingo. En Primera o en Segunda; bajo el sol o bajo cero. Con mi padre, apelotonados de pie en Gol Sur, sin ver mucho más allá de los improperios que lanzaba el señor del asiento delantero.

Él, mi padre, se retiró hace unos años para huir del sufrimiento y poner a salvo el corazón. Fueron años duros, de pena y de penar. Ganar o perder contra el otro equipo de la ciudad era la excusa para anquilosarse en la mediocridad y el abatimiento. "Otro año igual" gritaba la grada como inútil exorcismo.

Así que a la salida de la adolescencia cambié aquella liturgia dominical. Pero nunca el sentir: Ya dicen que en esta vida se puede cambiar de todo, menos de equipo de fútbol.

Los últimos años han sido de gloria: dos copas de la UEFA, una Supercopa de Europa, otra de España, mejor equipo del mundo en 2006 y 2007, una Copa del Rey -aquella frente al Getafe, con mi padre y mi hija en la grada del Bernabeu, junto a 80.000 almas sevillistas.

Y ahí seguimos: terceros en la Liga, esperando al Barsa en la Copa del Rey y al CSKA de Moscú en Champions.

Una bendición.

Que no consuela a aquel chiquillo que lloraba desconsolado cuando un gol de Asensi a Rodri nos mandó a Segunda ni al  tipo que se lame malhumorado tras cada derrota. Como la vida misma. El fútbol. Mi Sevilla.   

Uno más (o uno menos)

Es lo que uno piensa en cada cumpleaños, según el ánimo.

El Facebook chivatea la fecha a los colegas y algunos llaman y dejan mensajes. Es agradable.

Como les acabo de escribir, son ... y tantos. A veces muchos, a veces menos. A veces alegres y a veces una putada. Pero aquí seguimos... entre la paranoia y el temple, como los toreros, con el miedo del portero ante el penalti, con el valor del descrédito del héroe... Gracias.... Uno tiene su corazoncito... aunque, como oí en una serie (Bones, creo), ahí sólo se bombea sangre.

El viejo periodismo

1.- "Convendría evitar que el periodismo se convirtiera en millones de voces inconexas gritando al oído de millones de ciudadanos inconexos. Nunca me ha parecido que el periodismo fuera cosa de individuos. Lo hacen las personas, por supuesto, pero sólo funciona de forma colectiva. La desagregación impulsada por las fuerzas económicas y tecnológicas debe ser compensada por la cooperación profesional y el sentido de pertenencia común a un mismo relato, a unos mismos valores básicos".

Y esta frase, no recogida en el discurso oficial, pero sí en El País: ""Ya no hay que fiarse de las grandes empresas, tienen otros intereses. Habrán de ser los periodistas los que se organicen, en cooperativas, en sociedades, como sea, para seguir haciendo información. Las empresas no son la prensa".

Enric González, Premio Francisco Cerecedo

2.- "Los periodistas que escriben sin meditar sobre los modos de producción de la noticia (desde las cuestiones éticas hasta las puramente técnicas) han acabado por parecerme novelistas que en el siglo XXI practican el realismo ingenuo y escriben de un modo crédulo e indiferente. Hacer periodismo es hoy, también, informar sobre el propio periodismo. La ontológica modestia franciscana del oficio, esa pavana para un pollo muerto de que el periodista nunca es noticia, ha acabado revelándose como un mero modo de encubrimiento y elusión de las responsabilidades. (...)

 

El objetivo fundamental del periodismo no es la narración de historias veraces. Esto puede hacerse al margen del periodismo, en el cine y en los libros. El periodismo es, esencialmente, mediación y selección constantes sobre los hechos".

Arcadi Espada, La noticia posmoderna, introducción a El fin de los periódicos.

Y aún más.

"El periodismo escribe su necrológica cuando cree que lo más importante es siempre lo último".

Del video de lanzamiento de Factual, el nuevo periódico on line que dirige Espada.

Los cargos del periodismo

Los cargos del periodismo

El [presunto] asesino de la mirada ha quedado en libertad sin cargos.

La autopsia revela que las heridas de la niña pudieron deberse a una caída y no a malos tratos.

La responsabilidad del periodismo con todos los cargos al frente.

Y ese "presuntamente" oculto en el pie de foto, tras la lapidación pública.